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rastros


Rescate de los mitos paganos en la obra artística del primer 500 en Roma

Los frescos de la Villa de la Farnesina, fastuosa morada del banquero Agostino Chigi y su significado.* (1)

Edvige Abete**
eabete@interfree.it



En la remota antigüedad, ya fuese para orientarse de mejor manera en el firmamento, o bien para humanizar la tremenda oscuridad, el hombre reagrupó a las estrellas en constelaciones, dando vida a un universo de divinidades, héroes y animales fantásticos. A lo largo del tiempo, en torno de estas figuras se han construido numerosísimos mitos, sobre todo griegos y latinos. Al final de la era pagana grecolatina la identificación entre las divinidades y los astros gozaba de una identificación común. Planetas, constelaciones y signos zodiacales fueron asociados a las divinidades de la mitología clásica y a sus fantásticas empresas.
            Con la victoria de Constantino y bajo el gobierno del emperador Teodosio, quien en 391 d.C. promovió el cristianismo como religión de Estado, la suplantación de los dioses olímpicos se cumplió de manera definitiva. Las constelaciones volvieron a ser luces inmóviles en la esfera celeste, mientras las fábulas legendarias que emergían en torno a sus nombres cayeron en el olvido.


            Los cielos estrellados representados en los frescos del Medioevo han sido anónimos y carecen de cualquier referencia sobre las constelaciones clásicas, mismas que fueron drásticamente canceladas por la Iglesia, tanto en las construcciones religiosas como en las civiles. En la bóveda de la Capilla de los Scrovegni en Padua, en 1303, Giotto pintó el típico cielo azul pespunteado por pequeñas estrellas, similares a las que originariamente ornamentaron la bóveda de la Capilla Sixtina, antes que fuera recubierta con los frescos de Miguel Ángel.
            A principios del siglo XV ocurrió la reconciliación entre el Cristianismo y los mitos paganos. Con el florecimiento de las artes y la renovación de la poesía astrológica, las Metamorfosis, obra escrita por el poeta latino Ovidio en el siglo I d.C., tuvo una influencia decisiva al llegar a ser un texto fundamental para una novedosa reinterpretación de la mitología clásica. (2)


            En los inicios del quinientos, Roma alcanza y supera en el campo artístico a la ciudad de Florencia, permitiéndole conquistar una supremacía que sostendrá en el sucesivo periodo barroco y hasta la mitad de 1700. No sólo los Papas, sino también otros prelados de la Corte pontificia y sobre todo las familias nobles, gastaron enormes sumas de dinero para embellecer la ciudad, compitiendo entre ellos para hacer sus moradas magníficas, símbolo del status social. Así nacieron nuevas villas con elaborados jardines enriquecidos por fuentes, esculturas y pórticos majestuosos.
            Un gran mecenas del Renacimiento emigró de la Toscana para residir en Roma, creando en esos años su fortuna a través de un banco de empeño y cambio; se llamaba Agostino Chigi. (3) Gracias a un innato sentido para los negocios y a una inusitada capacidad para las relaciones comerciales en Europa, llegó a ser en poco tiempo el tesorero de confianza del Papa Julio II y sucesivamente del Papa León X; también entabló negociaciones comerciales con los reyes de España, Francia e Inglaterra. El sultán de Turquía lo definió como el “Gran mercante de la cristiandad”. Amigo de literatos y pintores, cuando decidió construir su nueva morada sobre el borde derecho del Tiber cercano al Vaticano, convocó a los mejores artistas del momento: Rafael y Sebastián del Piombo el Sodoma; pero finalmente confió el proyecto arquitectónico de la villa y parte de las decoraciones pictóricas de las salas a su conciudadano, el pintor y arquitecto Baldassarre Peruzzi.


           Agostino Chigi estaba consciente de haber nacido bajo una “buena estrella”. Por esta razón, en un periodo en que la astrología gozaba de tanta fortuna, y en relación con el gusto intelectual del Renacimiento, Chigi decidió que en su morada fuera representado su afortunado destino logrado por las conjunciones favorables de los astros en el día de su nacimiento. Sobre la bóveda de la sala que ocupa una parte de la planta inferior de la villa (hoy llamada Sala de la Galatea), Baldassarre Peruzzi diseñó un ciclo pictórico completo de las constelaciones del zodiaco y de los planetas que se alinearon según un esquema astronómico bien preciso y representado como estatuas del clasicismo sobre el fondo de un intenso cielo azul. (4)
            Por lo tanto, para ilustrar el momento del nacimiento de Agostino Chigi, la constelación de la Osa Mayor se encontraba alineada entre Pegaso y el León, y al centro de la gran bóveda el artista pintó la figura alada de la Fama sobrevolando. Perseo detiene y corta la cabeza de la Gorgona de cuya sangre nace Pegaso, el mítico caballo alado símbolo de la constelación homónima. Junto, un carro arrastrado por soberbios toros que transportan en el cielo a una joven: Calisto, la ninfa amada de Júpiter y transformada por él mismo en la constelación de la Osa Mayor (o Gran Carro) para sustraerla y protegerla de la ira de Juno, quien en un ímpetu de celos la transformó en ursa. En el hexágono limítrofe, Hércules lucha contra el León Nemeo, sugiriendo que nos encontramos frente a la representación del signo zodiacal de Leo.


            Europa raptada por Zeus bajo la apariencia de toro y la representación simbólica de Aries, indican que en el momento del nacimiento de Agostino Chigi el planeta Júpiter aparece en el signo de Aries. El sol en el signo de Sagitario está representado por Apolo junto a un Centauro en el momento de lanzar la flecha. El tránsito del planeta Venus en Capricornio está ilustrado por la diosa al centro de una concha circundada por las palomas y acompañada por el unicornio.
            Mientras el significado de la narración mitológica es más bien evidente, el tema astronómico, si bien fue claro para sus contemporáneos, en el presente se ha necesitado años de estudio y de reflexión para ser interpretado. Desgraciadamente, ningún documento oficial guarda la fecha de nacimiento de Agostino Chigi. Sabemos, sin embargo, que una configuración de planetas similar a la pintada sobre la bóveda de la villa de la Farnesina se ha verificado el 1º de diciembre de 1466, fecha que queda como la más acreditada por la historiografía oficial. (5)

            Al mismo tiempo, prosigue la narración mitológica de los signos zodiacales. El signo de Géminis está representado a través de la fábula mitológica del amor de Zeus bajo forma de cisne, por la reina de Esparta Leda, de cuya unión nacieron los Dioscuros. Hércules mordido por un cangrejo mientras luchaba contra la monstruosa Hidra, para indicar el signo de Cáncer, mientras Ganímedes apresado por el águila de Júpiter que lo conduce al Olimpo como copero de los dioses, simboliza el signo de Acuario. Así, consecutivamente en la tradicional sucesión de los signos zodiacales, termina con el signo de Piscis, con el cual Venus y Amor se transforman, según el mito, para fugarse del monstruoso Tifón.
            En las decoraciones de la villa de la Farnesina impresiona la absoluta ausencia de cualquier elemento cristiano. Y esto sorprende todavía más si se piensa que la villa era un lugar frecuentado por Papas y cardenales, quienes eran huéspedes y distinguidos invitados a los banquetes que Agostino Chigi ofrecía espléndidamente. Los artistas que trabajaron en la Villa hablaban el latín de sus antepasados paganos y no el de los Padres de la Iglesia. El célebre libro del poeta latino Apuleyo también fue consultado por Rafael para representar sobre el techo de la habitación contigua, la fábula de Amor y Psique (6). Este mito ejercía una fuerte atracción sobre la fantasía de los hombres del Renacimiento y era particularmente del interés de los neoplatónicos atraídos por el concepto que Eros (amor) y Psique (en griego, alma); eran dos elementos indisolublemente ligados el uno a la otra como dos fases de la misma medalla. Simbólicamente, Eros es indisoluble al alma (Psique) y el concepto de amor está unido a lo bello y a la necesidad del conocimiento propio y connatural al alma. Psique, una vez que contempló la belleza divina, fue atrapada por un invisible deseo del que jamás renunció.

            Posiblemente, fue deliberada la elección al representar el mito de Amor y Psique relacionado con las vicisitudes personales de Agostino Chigi, quien enamorándose de una bella joven pero de origen sencillo, logró contraer nupcias por tercera ocasión en 1520, un año antes de morir, celebrando el matrimonio con un banquete memorable.
            El mito relata que Psique era tan bella que los hombres la admiraban más que a la misma Venus. Para vengarse, la diosa celosa ordenó a su hijo Eros hacerla enamorar de un hombre feo y despreciable. Pero Eros se enamora de ella y sin revelarle su identidad la lleva con él y la esconde en un castillo para protegerla de la ira de su madre, visitándola sólo por las noches. Hasta que Psique, curiosa de ver a su esposo, toma la lámpara de aceite y lo espía mientras dormía, enamorándose perdidamente de él. De la lámpara cae una gota de aceite hirviendo que hizo despertar a Eros, quien huyó. Psique, apesadumbrada y perseguida por Venus, quien acrecentaba su envidia, la sometió a numerosas pruebas antes de perdonarla para que pudiera refugiarse y reencontrarse con su amado en el Olimpo; este pasaje mitológico es el símbolo de la iniciación religiosa.


            Sobre el techo de la luminosa sala abierta a la galería, comunicada por el jardín contiguo, engarzado entre guirnaldas formadas con un fantástico emparrado y decoradas con frutas y flores, Amor con las tres Gracias, a los cuales señala la amada Psique. Júpiter está sentado sobre el águila con el rayo en la mano izquierda, mientras Venus, rodeada por las palomas, comparece delante suplicando venganza. Después, Júpiter promete a Eros ponerle fin a las peripecias de Psique, mientras esta última es finalmente conducida al Olimpo por Mercurio. Sobre la bóveda de la sala, las divinidades se agrupan en modo tumultuoso en dos majestuosas escenas donde culmina la fábula en alegre final: los dioses se reúnen en concilio para aprobar las nupcias de Amor y Psique; en fin, comparten el banquete alegremente alrededor de la mesa nupcial. Finalmente, Venus aplacada y tranquila, alegra el convite con sus danzas: es el triunfo del amor. “Amor omnia vincit.”


1. Villa de la Farnesina, así llamada porque a la muerte de su propietario Agostino Chigi, después de un periodo de abandono, fue adquirida por el cardenal Alejandro Farnese.
2. Publio Ovidio Nasón, poeta latino nacido en el 43 a. C. Las Metamorfosis fueron su obra maestra; narradas en alrededor de 200 fábulas de transformaciones, encierran la historia mítica del mundo organizada en una serie de narraciones cuyo principio unificador es la metamorfosis.
3. Agostino Chigi nació en Siena, región de la Toscana, de una rica familia de comerciantes. Por el esplendor de que se envistió a lo largo de su vida fue llamado por sus contemporáneos el Magnífico.
4. La sala de la Galatea: proviene su nombre del célebre fresco pintado en una de sus paredes por Rafael; en el fresco la nereida Galatea viene trasportada sobre el mar por un carro tirado por delfines.
5. Se debe al astrónomo Arturo Beer el cálculo de la fecha de nacimiento de Agostino Chigi, a través de su interpretación de las constelaciones pintadas sobre la bóveda de la sala.
6. La decoración de la galería de Psique fue confiada a Rafael quien supervisó los trabajos; dejó casi completamente la ejecución de las pinturas a sus alumnos, entre ellos Giulio Romano y Giovanni da Udine.

* Traducción del italiano por Olga Sáenz.
** Edvige Abete nació en Roma en 1961. Obtuvo el grado académico como arqueóloga con la tesis Topografía de Roma antigua. Colabora en el Instituto de Topografía Antigua de la Università degli Studi di Roma para el proyecto de excavaciones arqueológicas en la antigua Lavinium.




Il recupero dei miti pagani nell'opera artistica del primo ’500 a Roma.


Gli affreschi di Villa della Farnesina fastosa dimora del banchiere Agostino Chigi e il loro significato. (1)


Edvige Abete 
(versione originale / versión original)


Fin dalla remota antichità, sia per orientarsi meglio nel firmamento che per umanizzarne la tremenda oscurità, l’uomo ha raggruppato le stelle in costellazioni, dando vita ad un universo di divinità, eroi e animali fantastici. Intorno a queste figure si sono sviluppati nel tempo numerosissimi miti soprattutto greci e romani. Alla fine dell’era pagana l’identificazione tra divinità e astri è ormai compiuta. Pianeti, costellazioni, segni zodiacali sono associati alle divinità della mitologia classica e alle loro fantastiche imprese.
           Con la vittoria di Costantino e sotto l’imperatore Teodosio, che nel 391 d.C. promuove il cristianesimo a religione di stato, la disfatta degli dei olimpici si compie definitivamente. Le costellazioni tornano ad essere luci immobili nella sfera celeste, mentre le favole leggendarie sorte intorno ai loro nomi cadono nell’oblio.
           I cieli stellati affrescati nel Medioevo, diventano anonimi e privi di qualunque riferimento alle costellazioni classiche, bandite drasticamente dalla Chiesa sia nelle costruzioni religiose che in quelle civili. Nella volta della Cappella degli Scrovegni a Padova, nel 1303, Giotto dipinge ancora il tipico cielo blu trapuntato di piccole stelle, simili a quelle che originariamente ornavano la volta della Cappella Sistina, prima che venissero cancellate dagli affreschi di Michelangelo.

           Al principio del XV secolo la riconciliazione tra Cristianesimo e miti pagani è ormai avvenuta. Insieme al fiorire delle arti e al rinnovarsi della poesia astrologica, le Metamorfosi scritte nel I secolo d.C. dal poeta latino Ovidio, diventano un testo fondamentale per la riscoperta della mitologia classica (2).
           Agli inizi del ‘500 Roma raggiunge e supera in campo artistico la città di Firenze, conquistando una supremazia che manterrà per il successivo periodo barocco e fino alla metà del 1700. Non solo i Papi, ma anche gli altri prelati della Corte pontificia e soprattutto le famiglie nobili, spendono ingenti somme di denaro per abbellire la città gareggiando per rendere magnifiche le loro dimore, simbolo del proprio status sociale. Nascono nuove ville con elaborati giardini arricchiti da fontane, sculture e loggiati.

            Un grande mecenate del Rinascimento, giunto a Roma dalla Toscana, crea in questi anni crea la sua fortuna partendo da un banco di pegni e cambiavalute: si chiama Agostino Chigi (3). Grazie ad un innato senso per gli affari e ad una inconsueta capacità di tessere relazioni commerciali in tutta Europa, diviene in poco tempo il tesoriere di fiducia del Papa Giulio II e successivamente di Papa Leone X, tratta affari con i re di Spagna, di Francia, d’Inghilterra. Il sultano di Turchia lo definisce il “Gran mercante della cristianità”. Amico di letterati e pittori, quando decide di costruire la sua nuova dimora sulla sponda destra del Tevere prossima al Vaticano, convoca i migliori artisti del momento: Raffaello, Sebastiano del Piombo, Il Sodoma, affidando il progetto architettonico della villa e parte delle decorazioni pittoriche delle sale, ad un suo concittadino, il pittore ed architetto senese Baldassarre Peruzzi.
            Agostino Chigi è consapevole di essere nato sotto una “buona stella”. Per questa ragione, in un periodo in cui l’astrologia gode di tanta fortuna, in linea con il gusto intellettualistico del Rinascimento, egli vuole che nella sua dimora sia rappresentato il destino fortunato avuto dalla congiunzione favorevole degli astri nel giorno della sua nascita. Sulla volta della sala che occupa una parte del piano terra della villa (oggi detta Sala della Galatea), Baldassarre Peruzzi esegue un intero ciclo pittorico in cui le costellazioni dello zodiaco e i pianeti sono allineati secondo uno schema astronomico ben preciso e raffigurati come statue della classicità sullo sfondo di un cielo azzurro intenso.(4)

            Per illustrare dunque che al momento della nascita di Agostino Chigi la costellazione dell’Orsa Maggiore si trovava allineata tra Pegaso e il Leone, e egli dipinge al centro della grande volta sorvolati dalla figura alata della Fama, Perseo che afferra e recide la testa della Gorgone dal cui sangue nasce Pegaso il mitico cavallo alato simbolo della costellazione omonima. Accanto, un carro trainato da superbi tori trasporta nel cielo stellato una fanciulla: è Callisto la ninfa amata da Giove e da lui trasformata nella costellazione dell’Orsa Maggiore (o Grande Carro) per sottrarla all’ira di Giunone che in un impeto di gelosia l’ha trasformata in orsa. Nell’esagono limitrofo, Ercole lotta contro il Leone Nemeo, suggerendo che siamo di fronte alla rappresentazione del segno zodiacale del Leone.
            Europa rapita da Zeus sotto le sembianze di toro e la raffigurazione simbolica di un ariete indicano che al momento della nascita di Agostino Chigi, il pianeta Giove compare nel segno dell’Ariete. Il Sole nel segno del Sagittario è rappresentato da Apollo accanto ad un centauro in atto di scagliare la freccia. Il transito del pianeta Venere nel Capricorno è illustrato dalla dea al centro di una conchiglia circondata dalle colombe e naturalmente, da un unicorno.

            Mentre il significato della narrazione mitologica è piuttosto evidente, quello astronomico, un tempo chiaro ai contemporanei, ha richiesto anni di studi e di tentativi per esser svelato. Purtroppo, in nessun documento ufficiale compare la data di nascita di Agostino Chigi: sappiamo però che una configurazione di pianeti simile a quella dipinta sulla volta della villa della Farnesina si è verificata il 1° dicembre del 1466, data che resta la più accreditata dalla storiografia ufficiale. (5)
            Tutt’intorno alla volta prosegue il racconto mitologico dei segni zodiacali: il segno dei gemelli è narrato attraverso la favola mitologica dell’amore di Zeus sotto forma di cigno, per la regina di Sparta Leda dalla cui unione nacquero i Dioscuri. Ercole morso da un granchio mentre lotta contro la mostruosa Idra, sta ad indicare il segno del Cancro, mentre Ganimede ghermito dall’aquila di Giove che lo conduce nell’Olimpo come coppiere degli dei, simboleggia il segno dell’Acquario. E così via nella tradizionale successione che termina con il segno dei Pesci in cui Venere e Amore si trasformarono, secondo il mito, per sfuggire al mostruoso Tifone.

            Nelle decorazioni della villa della Farnesina colpisce l’assoluta mancanza di qualsiasi elemento cristiano. E ciò stupisce ancor di più se si pensa che la villa era meta di Papi e cardinali ospiti dei magnifici banchetti che Agostino Chigi allestiva di frequente senza badare a spese. Gli artisti che vi hanno lavorato parlano il latino dei loro antenati pagani, non quello dei Padri della Chiesa. Al celebre libro del poeta latino Apuleio, attinge anche Raffaello ambientando la favola di Amore e Psiche sul soffitto della stanza accanto (6). Questo mito esercitava un forte richiamo sulla fantasia degli uomini del Rinascimento ed era particolarmente caro ai neoplatonici attratti dal concetto che Eros (amore) e Psiche (in greco anima) siano indissolubilmente legati l’uno all’altra come due facce della stessa medaglia. Simbolicamente Eros è un’esigenza dell’anima (Psiche) e il concetto di Amore è unito al Bello e al bisogno di conoscenza insito nell’anima. Psiche infatti, una volta contemplata la bellezza divina, è presa da un invincibile desiderio e non sa più rinunciarvi.
            Chissà se forse, non sia stata del tutto estranea alla scelta di rappresentare il mito di Amore e Psiche anche la vicenda personale di Agostino Chigi, che innamoratosi di una fanciulla bella ma di semplici origini, riuscì infine a sposarla, in terze nozze, solo nel 1520 un anno prima di morire, celebrando il matrimonio con un banchetto rimasto famoso.



          Racconta il mito che Psiche era così bella che gli uomini la onoravano più della stessa Venere. La dea gelosa, per vendicarsi ordinò al figlio Eros di farla innamorare di un uomo brutto e spregevole. Ma Eros se ne invaghì e senza rivelarle la sua identità la condusse con sé e la nascose in un castello per sottrarla alle ire di sua madre, andando a farle visita solo di notte. Finché Psiche curiosa di vedere il suo sposo prese la lampada ad olio e lo spiò nel sonno, innamorandosene perdutamente. Dalla lampada cadde però una goccia di olio bollente che svegliò e fece fuggire Eros. Perseguitata da Venere sempre più invidiosa Psiche implorò il suo perdono ma dovette sottostare a numerose prove, simbolo dell’iniziazione religiosa, prima di potersi ricongiungere nell’Olimpo con il suo amato.
            Sul soffitto della luminosa sala, aperta a loggia e comunicante con il giardino attiguo, ecco incastonati fra ghirlande di frutta e fiori di un fantastico pergolato, Amore con le tre Grazie, alle quali indica l’amata Psiche. Giove è seduto sulla sua aquila con il fulmine nella mano sinistra, mentre Venere attorniata dalle colombe gli compare dinanzi supplicando vendetta. Poco più avanti Giove promette a Eros di mettere fine alle peripezie di Psiche mentre quest’ultima viene finalmente condotta nell’Olimpo da Mercurio. Sulla volta della sala le divinità si accalcano in modo tumultuoso nelle due grandi scene in cui culmina la favola a lieto fine: gli dei si riuniscono in Consiglio per approvare le nozze di Amore e Psiche, e infine banchettano allegramente intorno alla mensa nuziale. Venere finalmente placata allieta il Convito con le sue danze: è il trionfo dell’amore. “Amor omnia vincit”.

1. Villa della Farnesina è così chiamata perché alla morte del suo proprietario Agostino Chigi, dopo un periodo di abbandono, fu acquistata dal cardinale Alessandro Farnese.
2. Publio Ovidio Nasone, poeta latino nato nel 43 a.C. Le Metamorfosi, sono il suo capolavoro; vi sono narrate oltre 200 favole di trasformazioni e racchiudono tutta la storia mitica del mondo organizzata in una serie di racconti in cui il principio unificatore è la metamorfosi.
3. Agostino Chigi, nasce a Siena in Toscana, da una ricca famiglia di commercianti. Per lo splendore di cui si circondò per tutta la vita fu chiamato dai contemporanei “il Magnifico”.
4. La sala della Galatea deriva il suo nome dal celebre affresco dipinto su una delle pareti da Raffaello; nell’affresco la nereide Galatea viene trasportata sul mare da un carro trainato da delfini.
5. Si deve all’astronomo Arturo Beer il calcolo della data di nascita di Agostino Chigi, attraverso l’interpretazione delle costellazioni dipinte sulla volta della sala.
6. La decorazione della Loggia di Psiche fu affidata a Raffaello che ne eseguì i disegni lasciando quasi completamente l’esecuzione delle pitture ai suoi allievi tra cui Giulio Romano e Giovanni da Udine.


Inserción en Imágenes: 03.12.08
Foto de portal: Psique con los dioses del Olimpo. Galería de Amor y Psique. Foto Edvige Abete.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO