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Vanguardia estridentista
Olga Sáenz*
maolga@servidor.unam.mx
Dentro de los festejos del centenario de la Revolución
mexicana, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA)
presentó este año el catálogo Vanguardia
estridentista. Soporte de la estética revolucionaria,(1) el
cual preparó conjuntamente con la exposición
del mismo título que fue montada originalmente en el
Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. La publicación
contiene dos ensayos: “Evolución tecnológica
vs. Revolución mexicana. Estética y soportes
de la vanguardia estridentista”, de Rocío Guadalupe
Guerrero Mondoño, y “Actual Nº 1,
o los catorce puntos de Manuel Maples Arce”, de Tatiana
Flores. También se compone de una pertinente cronología, “Las
carcajadas del estridentismo”, de Carla Zurián,
el catálogo de obra y el índice de ilustraciones.
En
el ensayo “Evolución tecnológica vs.
Revolución mexicana…”, Guerrero Mondoño
introduce al lector en el análisis de la estética
de la máquina, un planteamiento que transformó los
paradigmas artísticos del siglo XX, ya que “actúa
a nivel estructural y coyuntural y modifica sustantivamente
no sólo la percepción del hombre sobre sí mismo,
sino, por consecuencia, la práctica artística.”(2) Además,
sobrepasa la realidad material y alcanza el mundo intangible
y metafísico.
La
autora, de manera oportuna, rememora al escritor Ramón
Gómez de la Serna, quien en 1928 escribió en La
Nación acerca de la velocidad del automóvil.
Este pensamiento lo manifestó desde 1910, bajo el seudónimo
de Tristán, cuando secundó y se identificó con
el movimiento futurista en la revista Prometeo,(3) donde
difundió la “Proclama futurista a los españoles”, firmada
por Marinetti,yexaltó con vehemencia los avances técnicos
y científicos de la modernidad.
¡Conspiración a la luz del sol, conspiración
de aviadores y chaufeurs! ¡Abandonamiento de un asta de
alto maderamen rematado de un pararrayos con cien culebras eléctricas
y una lluvia de estrellas flameando en su lienzo de espacio!… ¡Ala
hacia el Norte, ala hacia el Sur, ala hacia el Este y ala hacia la velocidad! ¡Saludable
espectáculo de aeródromo y de pista desorbitada!… ¡Crecida
de unos cuantos hombres solos frente a la incuria y a la horrible apatía
de las multitudes!… ¡Simulacro de conquista de la tierra,
que nos la da!(4)
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La importancia
toral de la máquina en el proceso cultural y vital del hombre quedó registrada
de manera central en la exposición Vanguardia estridentista.
De este modo se pudo “mostrar las consecuencias que la estética
de la máquina y el modus operandi de la vanguardia tuvieron en los
postulados estéticos del estridentismo y en la utopía urbana que
surgieron en el México posrevolucionario”.(5)Sin
embargo, la era industrial centrada en el maquinismo no sólo invadió la
vida material de las sociedades modernas; también alcanzó la esencia
espiritual del hombre en una suerte de ocupación simbólica del
panteón futurista: el automóvil, el tranvía, el avión,
el telégrafo (comunicación sin hilos) y el teléfono, entre
otros inventos, fungieron como los nuevos dioses de la modernidad. Recordemos,
por ejemplo, la importancia que dio a su automóvil el poeta Filippo Tommaso
Marinetti, quien salió eufórico en una carrera vertiginosa por
las calles de Milán para festejar la creación del manifiesto fundacional
del futurismo; al esquivar a un hombre en bicicleta cayó en un foso. El
evento memorable fue considerado por el propio fundador del futurismo y los artistas
que lo secundaron como un ritual bautismal.
La figura predominante
de la máquina y el desarrollo industrial de los países de Occidente
despertaron en los futuristas el desprecio y la furia contra el pasado cultural.
La mirada despreciativa hacía el arte del pasado, denominado pasadismo,
se debe entender como un acto revolucionario en favor del renacimiento cultural.
Como ejemplo se rememoran la palabras que Marinetti dedicó a los españoles
en el documento Contra España pasadista: “Defender a España
del pasadismo, o sea, el culto metódico y estúpido del
pasado, el inmundo comercio de las nostalgias históricas.”(6)
La autora sostiene
que el movimiento estridentista surgió en paralelo al proceso de fortalecimiento
del nacionalismo revolucionario: “Se trata en general de programas culturales
auspiciados por el Estado. Los gobernantes, que formaron parte activa en la lucha –Álvaro
Obregón y Plutarco Elías Calles–, advirtieron en la cultura
un medio capaz de ayudarlos en la conformación de un nuevo país
cuya identidad sirviera de base para la consolidación de la cultura de
la Revolución mexicana.”(7)
Dentro de este
contexto, se llegó a la estética de la máquina,
o como lo definió Walter Benjamin, “al fetiche de la mercancía”,(8) que
permitió “un arte nacional y cosmopolita, acorde a las necesidades
de su tiempo y capaz de utilizar los adelantos ofrecidos por el desarrollo tecnólógico”.(9) Los
nuevos conceptos vanguardistas tuvieron amplia aceptación durante el periodo
posrevolucionario por tres razones: la importación de artículos
de uso cotidiano, el interés por la trasformación fisonómica
de México y la recuperación económica de éste.(10)
Sin duda, el futurismo fue la vanguardia que influyó de manera preponderante
en el México del siglo XX. Sin embargo, no hay que olvidar que los artistas
mexicanos mostraron sensibilidad hacia las primicias de diversos lenguajes vanguardistas,
como fue el impresionismo y el posimpresionismo, en el caso del Dr. Atl y de
Joaquín Clausell, y del cubismo, en una de las etapas plásticas
de Diego Rivera, sólo por dar algunos ejemplos.
En el campo político el futurismo hunde sus raíces en el anarquismo
sindicalista, de allí que los artistas vanguardistas exaltaran la guerra
como un acto de purificación y renovación para alcanzar la perfección
humana. De este modo imitaban al Zaratustra nietzscheano. En México,
el artista moderno asumió su potencial mesiánico con el fin de
marcar a la nación los pasos de la modernidad.
Para secundar
una de las primicias fundamentales del futurismo, y crear la unidad entre “arte-vida”,
el estridentismo manifestó que “uno
de sus más importantes propósitos fue la construcción de
Estridentópolis, una ciudad literaria, una utopía en la que metáforas
y perspectivas innovadoras –exposiciones, revistas, libros– son sus
planos, sus herramientas y sus materiales de construcción”. Los
espacios urbanos que eligieron sus creadores fueron la Ciudad de México,
Puebla, Jalapa y Zacatecas. Ambicionaban un México próspero, “aunque
los adelantos tecnológicos no pasaban de ser un anhelo”.(11)
Tatiana Flores, en su ensayo sobre el primer manifiesto lanzado por Manuel Maples
Arce, Actual Nº 1, explica que éste fue redactado con la
pretensión de dinamitar la cultura convencional dentro del contexto nacional;
buscaba descalificar a “los críticos desterrados y biliosos, roídos
por todas las llagas lacerantes de la vieja literatura agonizante y apestada”, “al
público insuficiente” y “a los académicos retardatarios
y específicamente obtusos”. Con este acto Maples Arce emulaba a
Marinetti cuando se lanzó ferozmente contra los profesores para
exaltar al nuevo hombre: “Los hijos de la generación actual, que
viven entre el cosmopolitismo, la marea sindicalista y el vuelo de los aviadores,
son como esbozos del hombre multiplicado que nosotros preparamos”; fueron
líneas concebidas para atacar y violentar todo valor “pasadista”.
Pretender comparar las circunstancias históricas que rodearon al futurismo
en su primera época en Milán, que junto con Turín y Génova
formaban el triángulo industrial de la Italia moderna, con el México
de 1920, marcado por una economía sustancialmente rural y una industria
incipiente, resultaría un despropósito. Posiblemente, lo que se
tendría que evaluar sería la resonancia que tuvo el movimiento
futurista en una sociedad industrial y capitalista y sus efectos en un público
masivo, menospreciado por Marinetti por su mentalidad anacrónica. Frente
a esta definición, se lanzó el documento El hombre multiplicado
y el reino de la máquina:
Por ende, hay que preparar la inminente e inevitable
identificación del hombre con el motor, facilitando y perfeccionando
un intercambio incesante de intuición, de ritmo, de instinto y
de disciplina metálica, absolutamente ignorado por la mayoría
y solamente adivinando por los espíritus más lúcidos… Nosotros
creemos en la posibilidad de un número incalculable de transformaciones
humanas, y declaramos sin sonreír que en la carne del hombre duermen
unas alas.(12) |
Tatiana Flores comenta que "la modernización se sentiría en todos los ámbitos de la vida urbana mexicana durante la década de 1920 –educación, política, cultura, y ciencia–, un cambio dramático ante el estancamiento económico que afligió al país entero durante la revolución". Sin embargo, aunque la población se duplicó, y la tasa de alfabetización "era de 45% en 1900 y llegó a 75% en 1930", no eran indicadores válidos para suponer que el nivel cultural de los letrados estuviera en sintonía con las iniciativas artísticas de Maples Arce, como lo afirma la autora: "el manifiesto de Maples Arce es un sueño de utopía pero el progreso en las zonas de la ciudad que lo inspiraban contrastaba con la pobreza extrema, las condiciones antihigiénicas y la falta mayoritaria de educación".(13) Las palabras de Maples Arce confirmaron su infortunio: "Fueron 3 o 4 los que leyeron nuestra proclama, a título de curiosidad seguramente".(14) Además conquistó el odio de los poetas modernistas, los "ruiseñores escolásticos", quienes tuvieron al poeta rebelde en la marginación cultural.
A pesar de la poca resonancia que tuvo el estridentismo en el ámbito nacional, Maples Arce se identificó con el futurismo en otra clave de lectura, al exaltar el potencial sensorial del ser humano, que según el poeta italiano faltaba desarrollar en toda su potencialidad, ya que aún permanece "somnoliento": "Maples Arce apela a lo visual a través de su incorporación de texto e imagen, al igual que sus vívidas imágenes verbales, a lo espacial en su insistencia en la localización material del manifiesto y a lo auditivo en las cinco declaraciones histriónicas como gritos colectivos".(15)
El medio de difusión que utilizó Maples Arce emulando a Marinetti fue el manifiesto, que posee atributos estilísticos y lingüísticos que permiten una comunicación masiva al utilizar frases contundentes que se lanzan hacia el receptor con gran eficacia, como fue la consigna primigenia sobre la rebelión al culto del pasado y el apelo a la modernidad. Cabe señalar que Marinetti gozaba de prestigio cultural en París, con su revista Poesia, además de una jugosa herencia paterna, que le facilitó no sólo la difusión de su primer Manifiesto fundacional en el periódico Le Figaro, sino también financiar la costosísima vanguardia histórica a lo largo de más de dos décadas, hasta su muerte en 1944. Por el contrario, el camino para Maples Arce fue más espinoso: "al no conseguir que se le difundiera de la misma manera, hizo lo suyo al poner su manifiesto con apariencia de periódico en el espacio urbano y atraer a una gran cantidad de lectores".(16) Sin embargo, el impacto que pretendía su autor no fue el esperado.
Asimismo, la autora refiere que la postura de Marinetti fue nacionalista y exaltadora de la italianidad; mostraba su orgullo por un rico pasado secular en el campo de la cultura y las artes. Para Maples Arce, el nacionalismo posrevolucionario en México, en los años veinte, era restrictivo y limitado; él concebía un arte moderno y cosmopolita que tuviera una amplia recepción fuera de las fronteras nacionales.
Por último, quisiera detenerme en las vertientes estéticas de origen italiano que se observaron en el arte durante el periodo que flanquea la primera Guerra Mundial: el futurismo y la pintura metafísica. Sus dirigentes, Marinetti y Giorgio de Chirico, compartían su simpatía hacia la guerra por diversas razones, algunas coincidentes y otras distantes: ambos querían rescatar el lugar distintivo de Italia en el campo artístico, un lugar que había mantenido durante siglos, desde la época del Imperio romano, pasando por el medioevo, el Renacimiento, el Barroco y el periodo neoclásico, hasta la era moderna, cuando Italia fue desplazada por Francia, específicamente París, como el centro de las artes; de ahí que, tanto el poeta como el pintor defendían esta concepción de carácter nacionalista. Asimismo, ambos querían participar en la guerra por razones parecidas: mientras que Marinetti nació en Alejandría, Egipto –por el trabajo de abogado que desarrollaba su padre Enrico–, De Chirico nació en Volos, Grecia –ya que el padre construía el ferrocarril de Tesalia–. De ahí que ambos querían sellar su italianidad participando activamente en el ejército italiano, sólo que los saldos fueron funestos y frustrantes para ambos creadores y su grupo. El arquitecto futurista Antonio Sant´Elia murió en el campo de batalla; el pintor Umberto Boccioni falleció después de caer del caballo, en 1916; De Chirico y su hermano Savinio, junto con Carrà, se refugiaron en Villa Seminario, en la ciudad de Ferrara, por los estragos psíquicos provocados por la guerra. Se explica, pues, que pronto se dieron cuenta de que la vía bélica no ayudó a la "purificación" de la sociedad europea; por el contrario, contaminó y provocó daños irreparables a los artistas y a la propia vanguardia.
Sin embargo, tanto Marinetti como De Chirico lograron conformar dos tendencias artísticas antitéticas en torno a las cuales giraron otras premisas vanguardistas: los futuristas continuaron lanzando sus premisas artísticas relativas al concepto eje arte-vida, y el dinamismo seguía siendo su doctrina y precepto fundamental. Para De Chirico y su hermano Savinio, "el retorno al orden" fue su insignia y su objetivo principal:
Ahora que el deber nos llama, nos llama a perfeccionar el arte: nos llama a elevarlo y reconducirlo a esos destinos que le son señalados: al clasicismo…Clasicismo que, por supuesto, no es regreso a formas antecedentes, preestablecidas y consagradas por una época transcurrida: sino logro de la forma más apta para la realización de un pensamiento y de una voluntad artística –la cual no excluye de ninguna manera las novedades de expresión, más bien las incluye, hasta las exige.
(17) |
Se aplauden, pues, todas las iniciativas culturales en el ámbito nacional que permitan la revisión y las nuevas lecturas del arte del pasado; éstas forman parte del diálogo que nuestros artistas han establecidos con el arte universal y que los ha llevado a tomar múltiples caminos personales. De este modo se han creado las diversas manifestaciones del arte mexicano de todos los tiempos.
* Investigadora del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la UNAM. Su más reciente libro es El Futurismo italiano. México : UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2010.
Inserción en Imágenes: 14.06.11.
Imagen de portal: Portada del libro Vanguardia estridentista.
Soporte de la estética revolucionaria, México,
CONACULTA, INBA, Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida
Kahlo, 2010.
Ilustraciones: Páginas del libro Vanguardia estridentista. Soporte
de la estética revolucionaria.
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