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posisciones

La pintura mural prehispánica en México: Oaxaca*

Arturo Pascual Soto
pascual@servidor.unam.mx

 


Al mundo apasionante de los murales, de las artes plásticas de civilizaciones ahora extintas y al estudio de los testimonios fragmentarios de un pensamiento simbólico que caló profundamente en la identidad cultural del México antiguo, se vincula el valiosísimo legado académico de Beatriz de la Fuente: investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Estéticas y universitaria ejemplar.
        Especialista en arte prehispánico, doña Beatriz logró hacer comprensibles a los seres humanos de nuestro tiempo las imágenes que se pintaron sobre los muros de Mesoamérica. A su alrededor se congregaron varios académicos y un número no menor de instituciones en un esfuerzo sin precedentes por estudiar y preservar los murales del pasado. Poco a poco, en el seno del seminario La pintura mural prehispánica en México –nuestro seminario– fue cobrando forma un catálogo exhaustivo y un cúmulo de estudios que daban cuenta de tan singulares obras de arte. El volumen Teotihuacan, aparecido en 1995, encabezó la serie de publicaciones que con iguales objetivos hicieron propios el mundo maya (2001) y ahora los muros pintados de Oaxaca (2008).
        El volumen colectivo, cuya publicación celebramos y que nos da cita entre estos libros en la sede Oaxaca del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, los mismos que se sumaron a lo largo de una vida en la mente de una mujer excepcional, Beatriz de la Fuente, constituye una justa prolongación de su obra y del quehacer académico del proyecto La pintura mural prehispánica en México. Fundado en 1990 por doña Beatriz, con los auspicios de la Universidad y del Instituto Nacional de Antropología e Historia, ya se proponía –desde sus inicios– hacer acopio de los antiguos murales de Oaxaca. Con el encargo de dar aliento a esta tarea se incorporó a nuestro seminario el doctor Bernardo Fahmel, destacado académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas, a quien debemos, con la doctora De la Fuente, la coordinación de los primeros dos tomos de esta espléndida obra. Los dos volúmenes del Catálogo registran toda la pintura mural in situ que ha llegado hasta nosotros, como también algunos fragmentos de murales que se resguardan en distintos museos y bodegas de la entidad.


        Hay que decir de este fascinante conjunto de murales que prácticamente todos ellos, con excepción de los pintados en los dinteles de piedra de Mitla y de algunos ejemplos sueltos hallados en la Mixteca, en Yagul y en San José Mogote, corresponden –incluso la mal llamada Lápida 1 del Museo Frisell– a contextos de índole funerario. En el Catálogo encuentran su lugar –uno a uno– los muros pintados de las tumbas de Monte Albán, Suchilquitongo, Lambityeco, Zaachila, Xoxocotlán, Huitzo, Zimatlán, Yucuñudahui, Huajuapan de León, San Miguel Tlacotepec, San Pedro y San Pablo Tequixtepec, Jaltepetongo, Yólox y, la de más reciente aparición, la de San Juan Ixcaquixtla en el actual estado de Puebla.
        Estas magníficas obras de arte, las que ciertamente embellecieron las tumbas de las más antiguas ciudades de los Valles Centrales de Oaxaca, de la Cañada y de la Mixteca eran –a todas luces– sustento material de un complejo de nociones y conceptos que formaban parte de un más amplio modelo ideológico-cultural. En ellas, en las capillas, como diera en llamarlas Fray Francisco de Burgoa en época novohispana, hay que decirlo, no se había dejado nada al azar. El estilo artístico imperante no sólo modelaba el aspecto material de las imágenes que participaban en su construcción conceptual, sino que también las identificaba como el producto que eran de un momento particular e irrepetible de la civilización.
        Pintar era algo muy serio. Era –sin menoscabo de sus valores estéticos– un acto concreto de comunicación que exhibía una clara voluntad de trascender, de perpetuarse en el tiempo. Con la escultura, igualmente presente en los ámbitos funerarios, la pintura se convertía en la voz de los linajes y en la depositaria de una invaluable información que da cuenta de la estructura del pensamiento simbólico de aquella antigua gente, esto es, de su manera de razonar y de comprender el Universo. Como podrá verse en las páginas de este imprescindible Catálogo, de los dos tomos de Estudios y de los Desplegados que lo acompañan, se trataba de una tarea que en realidad dejaba poca libertad a los artistas, puesto que en sus obras, donde no gobernaba exclusivamente el campo de lo conceptual, se imponían con absoluto rigor las reglas del estilo artístico.


        Lamentablemente, a Beatriz de la Fuente no le alcanzó la vida para ver terminada esta obra monumental, para estar con nosotros. Pero a pesar de su irreparable ausencia, finalmente ven la luz el Catálogo y dos tomos magníficos dedicados al estudio de la pintura mural oaxaqueña. Vaya a María Teresa Uriarte nuestra gratitud y reconocimiento por haber llevado a buen puerto una obra de características excepcionales.
         Son estos murales el testimonio elocuente de civilizaciones desaparecidas. Su necesaria preservación nos convoca a seguir adelante, a sumar esfuerzos para comprenderlos de mejor manera y conservarlos con la misma entrega y dedicación que hoy inspira en nosotros la obra fundamental de Beatriz de la Fuente.

 

Catálogo y Estudios: cuatro tomos dedicados a Oaxaca*

Javier Urcid
urcid@brandeis.edu


Más que considerar cada una de las contribuciones contenidas en los dos volúmenes de los Estudios de La pintura mural prehispánica en México, lo cual es posible encontrar elocuentemente sintetizado por María Teresa Uriarte en su introducción al tomo III, prefiero enfocarme a comentar brevemente sobre la relevancia de toda la obra (integrada por cuatro volúmenes y una serie de Desplegados), no sólo con respecto a lo que se ha aprendido sobre la antigua Oaxaca en el proceso de conjuntar tan ambicioso proyecto, sino en términos del impacto social que tendrá en el público en general y en estudios futuros. Si más gente oriunda de las comunidades urbanas y rurales de Oaxaca estuvieran presentes, o si  Alfonso Caso, el primer pensador en llevar a cabo estudios sistemáticos sobre las escrituras antiguas del suroeste de Mesoamérica, y Marshall Saville, el primer investigador que descubrió pinturas murales en Oaxaca de las que tenemos conocimiento pudieran estar aquí, seguramente estarían extasiados.


        Por primera vez después de casi cien años, se cuenta con un comprehensivo registro sobre el quehacer muralista en Oaxaca que abarca un milenio y que cubre regiones tan distantes entre sí como los Valles Centrales, la Sierra Norte, la Mixteca Alta y la Mixteca Baja.   
        Reconozco que el privilegio de poder ver y estudiar las pinturas murales originales es parte esencial de una aproximación fenomenológica y hermenéutica en la tarea del historiador y del antropólogo, pero la envergadura de esta obra colectiva facilitará su conocimiento a muchas personas (curiosos, aficionados, estudiantes y profesionales), quienes no tienen los recursos o el tiempo para cubrir tan vasto territorio y continuar la tarea de profundizar en las implicaciones sociales, económicas, políticas y estéticas de tan rico legado.
        Los dos tomos de Estudios de La pintura mural prehispánica en México dedicados a Oaxaca tienen, sin duda, un gran valor intrínseco; pero sobre todo se trata de ejercicios interpretativos que conforme cuestionemos y reflexionemos sobre los paradigmas que los enmarcan, serán eventualmente desechados, modificados, elaborados y hasta superados. No obstante lo anterior, los dos tomos que conforman el Catálogo mantendrán su validez a muy largo plazo; si además consideramos su disponibilidad en la red, permanecerán a perpetuidad.  


        Estos tomos constituyen un registro fidedigno, incluso de los datos primarios que hoy en día o que eventualmente ya no podrán recuperarse o ser reevaluados. También representan en cierto sentido una alternativa de preservación, sobre todo si se consideran los grandes retos que implica la conservación de las pinturas originales. Es precisamente esa preocupación lo que justifica en muchos casos que las pinturas originales no se hallen al alcance del público en general, y hasta de los estudiosos.
        Así, la obra que edita el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM no sólo representa la realización de la gran visión intelectual que tuvo Beatriz de la Fuente al concebir semejante proyecto. Su implementación tiene profundas repercusiones sociales en cuanto a la custodia de un patrimonio cultural y sobre la producción de nuevo conocimiento.   
        El trabajo interdisciplinario de quienes contribuyeron como financiadores, autores de textos, fotógrafos, dibujantes, editores, diseñadores e impresores constituye un magno esfuerzo que en sí mismo mimetiza la extraordinaria cualidad estética del pasado prehispánico. No hay duda de que el equipo humano que ha tomado la responsabilidad de continuar con esa gran visión, dirigido ahora por María Teresa Uriarte, ha alcanzado un nuevo estadio. Tal vez una minúscula parte de este gran éxito se deba a las nuevas tecnologías de producción, reproducción y distribución. Lo que resulta significativo es que los tomos dedicados a Oaxaca suman cuatro, además del conjunto de grandes y estupendos Desplegados de fotomontajes, ilustraciones y vistas isométricas. El hecho de que se hayan publicado dos tomos dedicado a la pintura mural de Teotihuacan y cuatro dedicados a la pintura mural Maya (dos de ellos enfocados exclusivamente a Bonampak) es simbólicamente importante, pues contrarresta la noción de que el fenómeno Mesoamericano sólo esta constituido por dos polos geográficos.


        Asimismo, nos habla a gritos sobre la necesidad de re-valoración de las múltiples voces y etnias que contribuyeron al devenir histórico. Esto a la vez sitúa a los herederos más inmediatos de ese devenir en las comunidades nativas relegadas y alienadas, a retomar con más vigor su emancipación. En cuanto a las nuevas tecnologías de reproducción y distribución, es importante recalcar que el proyecto La pintura mural prehispánica en México no sólo se limita a publicar libros físicos que por su tiraje y costo podrían ser prohibitivos para muchas personas. Para quienes tienen la posibilidad de acceder a medios digitales, vale la pena recordar que los dos primeros tomos de Oaxaca, el Catálogo, están disponibles en la red. Ignoro si hay planes, y si existen, para saber cuáles son los retos técnicos involucrados para montar los Desplegados y subirlos a Internet. Parte de la importancia de estos últimos materiales tiene que ver con su formato grande y comprehensivo, así como la visualización sobre el contexto arquitectónico de los murales.
        Asimismo, resulta evidente la colaboración entre el proyecto La pintura mural prehispánica en México y la Dirección General de Servicios de Computo Académico de la UNAM, que se encuentra a la vanguardia al haber realizado una recreación tridimensional de los murales de la tumba 5 del Cerro de la Campana en Santiago Suchilquitongo. Es también muy significativo que la presentación de esta obra se haya programado y realizado en Oaxaca, en particular en la biblioteca que lleva el nombre de la fundadora del proyecto. Además de la importancia de honrar la memoria de Beatriz de la Fuente, la misión de este repositorio de dar acceso a su acervo, permitir el paso a cualquier visitante y darle la oportunidad de aprender sobre el pasado, conlleva a construir una sociedad con una conciencia histórica profunda.   


        Bien conocido es el dicho de que “una sociedad sin historia es como un individuo sin memoria”. Así, la relevancia más significativa que observo en este reciente esfuerzo de la Universidad Nacional Autónoma de México y el proyecto La pintura mural prehispánica en México, es la de promover la construcción de una memoria social que permita enfrentarnos a los múltiples retos que nos depara el futuro. Este proyecto merece nuestro respeto y admiración hacia quienes con pasión, dedicación y esfuerzo han logrado llevarlo a su culminación.

* Textos leídos durante la presentación de los volúmenes sobre La pintura mural prehispánica en México sobre Oaxaca, en la sede de esa entidad del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, el 10 de febrero de 2009. Agradecemos a los autores su autorización para reproducirlos.

Inserción en Imágenes: 01.04.09
Foto de portal: San Juan Ixcaquixtla, Puebla. Tumba 1, muro norte.
Foto: C. Rodríguez Horta, 2004. Archivo Fotográfico del Proyecto La pintura mural prehispánica en México.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO