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posisciones

De regreso a la lucha libre

Sara Carolina Cruz Mendoza
carimme_20@hotmail.com

 

Viernes; bendita noche de viernes la que está por vivirse en la México. Se disputan las cabelleras los Perros y los Capos , estos últimos mejor conocidos como los Hermanos Dinamita.

            Hacía años que la México no recibía en su seno a tanto seguidor de la lucha libre. Los llenos más impresionantes se debían a la presencia del Santo .

            La fila en la taquilla es portentosa; alrededor de 100 personas se disputan los boletos de las primeras filas. "¿Quéeee?, ¿cómo que ya no hay?, esto es un fraude, hijos de su...", gritó un aficionado enardecido por la insuficiencia de boletos.

            Algunos revendedores se acercan con cautela, otros más ofrecen los boletos de primera fila a lo descarado. "¿Cuáaannnntoo? ¡No inventes, es mucho!", le dije a aquel hombre que pretendía venderme un boleto para la cuarta fila, a un costado del pasillo por donde desfilan los luchadores, en 600 pesos, cuando su precio normal alcanza los 150. Afortunadamente yo tenía cortesías.

¿Golpes de a mentiritas?

El espectáculo luchístico, en comparación con los años cincuenta, sesenta y setenta, es diferente. Ahora los trajes de los luchadores son más vistosos, las máscaras reclaman la atención del público con la combinación de telas brillantes, cintas de colores, imágenes aterradoras. Incluso los cuerpos de los gladiadores dejan ver, en algunos casos, músculos de gimnasio y, en otros, de anabólicos. ¿Y todo esto a qué obedece?

            "El luchador debe poseer tres cualidades -dice Arturo Beristáin, exluchador y ahora entrenador en el Consejo Mundial de Lucha Libre-: tener buen físico, ser buen luchador y andar bien asoleado."

            Siempre se ha puesto en duda la autenticidad de la lucha libre. Se ha dicho que los golpes son actuados y que todo está planeado para entretener , y no otra cosa, al público.

"De ficción no tiene nada, mi reina; si yo le aplico una llave, es seguro que le va a doler -asegura Beristáin, conocido en su época de luchador como El hijo del Gladiador -. Si usted se acerca a los compañeros luchadores podrá ver que algunos tienen marcas en el cuerpo, cicatrices en la frente, algunos ya están hasta cojos. Mire, sienta aquí en mi oreja -indica Beristáin-, ¿ya sintió el cartílago roto? La ficción puede estar -continúa- en las veces que un luchador corre para que el otro no le pegue o en los vuelos que se hacen para fascinar al público."

Tiene razón. Durante la función vi correr a Místico para que Último Guerrero no lo golpeara. En otra ocasión intentó barrerse de mantequilla pero Héctor Garza -un regiomontano- lo cogió de la orilla del pantalón para hacerle el conocido calzón chino.

Más tarde, el Doctor Wagner Jr . entraba al rombo de seis por seis para enfrentar a Tarzan Boy , mejor conocido como "el niño malo de Monterrey". "El galeno del mal" ( Dr. Wagner ) aplicó unas patadas a la cabeza del regiomontano las cuales, para ser franca, no parecieron ser actuadas o fingidas. Lo cogió de los cabellos y le aplicó un suplex (levantándolo hasta azotarlo de espaldas) para dejarlo tendido en la lona de cara a las lámparas.

"La lucha libre no ha cambiado, sigue siendo la misma, sólo que ahora es aérea -argumenta Beristáin-; es más llamativa, más, digamos... espectacular. Pero si un elemento combina la lucha a ras de lona (como se hacía antes) con la aérea... entonces será un luchadorazo".

La México enardecida

 Santo, "el Enmascarado de Plata", parado sobre la segunda cuerda del ring . Archivo del CMLL.

Con un lleno de 17,678 espectadores, la Arena México (inaugurada el 7 de octubre de 1954 y ubicada anteriormente en el Palacio Chino), en medio de un calor climático, abucheos y aplausos, recibe a los soberanos de la noche: Pedro Damián Perro Aguayo y su junior , contra Carmelo Reyes Cien Caras (nombre que adoptó cuando poseía máscara) y Jesús Reyes Máscara año 2000 .

            Cien Caras está por retirarse de la lucha libre. El 18 de marzo de 2005 fue inolvidable para él porque enfrentó su última batalla en el cuadrilátero.

            Una vez en el rombo de batalla, el público de la México comenzó a exigir los golpes: "¡mátalo!", "¡retíralo!", "¡dale en su madre!", "¡acábalo!", "¡arriba los Perros !", "¡los Capos son la ley!"

            "La gente siempre se emociona con las luchas, sacan lo que traen adentro. Es lógico que si no le pueden contestar mal al jefe o a sus padres, pues entonces en algún lado tienen que sacar su coraje", dice un guardia de la México. Y agrega: "la gente nunca controla sus gritos, y menos las mujeres".

Vaya que esto último es cierto. Una mujer de aproximadamente 60 o 65 años comenzó a gritar en cuanto vio entrar a Chucho Reyes: "maldito, perro, descarado. Ni madre has de tener; si la tienes, ahorita te la van a romper. ¡Arriba los Perros !"

El público femenino también se da cita en las arenas de lucha libre. "Me gusta ver a los luchadores, unos son muy guapos y tienen sus musculotes. Antes me daba pena pero... ¿por qué?, si además no soy la única", comentó una aficionada.

La figura de las féminas dentro de la lucha libre, ya sea como deportistas (legalizada en 1986 en el Distrito Federal) o como espectadoras se popularizó con las películas del Santo , pues en ellas se veía a las mujeres como fans del "Enmascarado de Plata" o, en algunas ocasiones, como sus ayudantes para combatir al mal. Recuérdense el filme Santo contra las mujeres vampiro , por citar sólo un caso.

"Yo les grito de todo, desde groserías hasta piropos; total... sólo es por una vez", comenta doña Josefa Benítez, aficionada a la lucha libre desde 1985.   "Antes no me gustaban las luchas pero ahora ya... será porque los luchadores vuelan y dan giros en el aire. Qué sé yo."

La constante batalla entre el bien y el mal

Desde sus orígenes, cuando Salvador Luteroth, el padre de la lucha libre mexicana, inauguró en 1933 la primera cartelera luchística, se vislumbraron los dos rivales que hasta la fecha siguen combatiendo: el bueno contra el malo, el técnico contra el rudo, el científico contra el sucio.

            En aquel entonces (1933) figuras como el Chino Achiu , Bobby Sampson , Cyclone Mackey y Yaqui Joe brindaron luchas a ras de lona -como se acostumbraba- y dieron muestra de su llaveo y contrallaveo -estilo que hoy en día forma la dicotomía con la lucha aérea-, sin importar el bando -rudo o técnico- al que pertenecieran. Sin embargo, ya desde aquellos primeros años se apreciaban golpes prohibidos, piquetes de ojo, mordidas, etcétera.

            En la contienda estelar no importó que los cuatro combatientes -los Perros y los Capos - pertenecieran al bando de los rudos. Lo único en lo que pensaban era en acabar con el enemigo y en no perder la cabellera, para lo cual se valieron de artimañas y traiciones.

El primero en romper las reglas fue el Perrito Jr. : mientras el presentador oficial de la México anunciaba a los Hermanos Dinamita, el junior llegó hasta el cuadrilátero y al menor descuido comenzó a golpear a Carmelo Reyes.

            A paso forzado, el Perro mayor subió al cuadrilátero para intercambiar golpes con Jesús Reyes, quien odia al Perro Aguayo desde que éste le quitó la máscara cuando pertenecía al bando de los técnicos.

Cada quien decide el bando al que pertenece. "Cuando firmamos nuestro contrato no se dice si eres rudo o técnico, eso lo decides tú con ayuda del promotor.   Primero te ven luchar y te dan opiniones, pero uno decide si se es del bando de los malos o de los buenos", explica Arturo Beristáin. Y aclara: "se piensa en cambiar de bando cuando ya estás harto de los aplausos (en el caso de los técnicos) o cuando ya no te gusta la apariencia que le das al público".

            "Puede ser que algún día yo llegue a ser rudo -comenta Místico , la nueva estrella del Consejo Mundial de Lucha Libre y actual Campeón Medio NWA-, todo depende de lo que el público me pida. Decidí ser técnico porque me gustan los aplausos y el reconocimiento de la gente."

            "Cuando un rudo es agredido por el público, eso quiere decir que ya la hizo, que ya fue aceptado", asegura, conocedor, el guardia de la México. "Yo lo he visto con todos los que pasan por aquí: los que no la hacen de rudos, corren para ser técnicos", concluye.

Un luchador no debe tener miedo

¿Miedo? "Esa palabra no existe en mi diccionario", aclara Beristáin. Un luchador debe estar preparado para poder practicar la lucha libre. La mayoría de ellos debe saber lucha grecorromana y olímpica, pues es a partir de ellas de donde la lucha libre toma algunos de sus castigos: llaves, contrallaves, candados a la cabeza, castigos a ras de lona.

            Los luchadores están preparados física y mentalmente para recibir y dar golpes al contrincante. Saben de antemano que su vida está en juego pero tienen que salir a desquitar el aplauso del público y, por supuesto, el salario.

            Golpes y más golpes. El Perro Aguayo Jr. sometió con una incontable cantidad de golpes a Jesús Reyes Máscara año 2000 ; la pierna de éste quedó prensada en una de las butacas, pero al junior no pareció importarle. Carmelo Reyes, por su parte, estaba en el cuadrilátero golpeando sin piedad al Perro mayor y desquitando el odio incrementado con el paso de los años. Definitivamente los luchadores no deben sentir miedo.

¿Quién gana la estelar?

"La gente es muy conocedora", admite Beristáin. "Si al público le gusta tu trabajo, entonces te aplaude", reconoce Místico . Y agrega: "uno tiene que esforzarse para poder estar en la función estelar, yo he demostrado con base en mi trabajo que me la merezco y por eso estoy ahí".

Las luchas estelares no se le dan a cualquier luchador, éste tiene que demostrarle a su promotor que posee las bases para pararse ante un público conocedor y dar el ancho.  

Quienes sí dan el ancho son los Perros y los Hermanos Dinamita. Los abucheos de los espectadores no son porque los gladiadores carezcan de calidad luchística; al contrario, ocurren porque saben jugar las reglas del bando al cual pertenecen.

            Anteriormente, las "tablas" para ser reconocido como luchador estelar eran las arenas de Monterrey y Guadalajara. En la actualidad el cartel se forma de acuerdo a la calidad del elemento. Son cinco luchas y a la estelar sólo llegan quienes están "en su momento", han sido aceptados por el público y son buenos luchadores.

            "Antes a quienes peor le iba era a los contendientes de la lucha 'quaz', aquélla que seguía a la función principal. Sólo se hacía para 'hacer tiempo' mientras la gente salía de la arena", recuerda Beristáin.

El contrincante más temido: el público

"Un luchador siempre debe esmerarse para satisfacer a su público, por eso voy al gimnasio. Tengo que entrenar y darle cosas nuevas a los espectadores, porque si no le gustas a la gente pues ya no te apoya", asegura Místico .

           

 Mïstico es elevado por Averno para proyectarlo contra el poste.

El público de la México estaba dividido: unos apoyaban a los Perros y otros a los Capos . Nadie hacía otra cosa sino estar al pendiente de las acciones en el cuadrilátero. En vano se paseaba el vendedor de cervezas con su cubeta al hombro. El que vendía pizzas por fin entendió que ya nadie le compraría y prefirió abandonar su grito que hasta ese momento había sido incesante: "¡picza, picza, lleve su picza de a treinnntaaaaaa!"

            "En el ring no hay enemigo pequeño, pero al público no se le puede engañar: es conocedor. No se trata nada más de subir porque ya te dieron la oportunidad, sino de demostrar que eres de los mejores", comenta Beristáin.

            El Perro Aguayo es un gran luchador; sin embargo, su edad ya no le da para más. No cabe deuda de que el Perro estaba haciendo un gran esfuerzo durante la batalla, pero sus reflejos ya no son los de aquellos días en los cuales la lucha estelar le quedaba chica. Esos días han pasado a la historia.

La segunda caída dio comienzo. Los Perros apenas disfrutaban el triunfo de la primera cuando fueron sorprendidos por los Capos . El Perro quiso aplicar una "estaca" (tomar impulso y dejarse caer verticalmente sobre el pecho del rival) a Cien Caras pero no pudo. La vista le falló y su contrincante aprovechó el descuido para aplicarle una variante de "tijeras" a las piernas y sacarle la rendición. Por su parte, Chucho Reyes aplicó una "rana invertida" al Perrito Jr. para que el réferi pudiera contar los tres segundos de rigor.

Protección a los luchadores

Los luchadores cuentan con servicio médico y están asociados al Sindicato del Consejo Mundial de Lucha Libre. Desde luego me refiero sólo a quienes pertenecen a dicha empresa, porque también existen otras como la Triple A.

            El seguro médico es sólo para los luchadores, es decir, su familia no puede disfrutar el servicio.

La atención médica es brindada en casos de enfermedades leves o accidentes mayores. Tal es el caso de los luchadores Olímpico y Rayo de Jalisco Jr ., quienes han sido intervenidos quirúrgicamente en las cervicales.

Más aficionados

Con el paso del tiempo, el deporte de la lucha libre ha ganado adeptos y hoy parece estar de nuevo en su máximo esplendor. Hace algunos años, el público perdió el interés por la lucha libre, a tal grado que Televisa -única empresa que actualmente transmite la lucha libre los sábados y domingos por el Canal 9- dejó de televisar las funciones de este deporte por lo menos durante un año.

            Hoy en día la lucha libre mexicana retomó fuerza: tanto los martes en la Arena Coliseo como los viernes en la México (ambas en el Distrito Federal). Los espectadores capitalinos abarrotan las filas de entrada, sin contar las arenas de Puebla, Guadalajara y otras más pequeñas.

            No en vano este deporte ocupa el segundo lugar de popularidad entre los mexicanos, sólo superado por el fútbol. Actualmente los aficionados de la lucha libre ya no sólo están integrados por hombres, también por niños, jóvenes y ancianos de ambos sexos.

            La mercadotecnia también se ha hecho presente y ha popularizando este deporte-espectáculo. Han salido al mercado playeras con la imagen de los luchadores; recientemente se pusieron a la venta las historietas del Hijo del Santo y Blue Demon , sin mencionar el éxito de la caricatura Mucha Lucha. Todo lo anterior ha propiciado el regreso del público a la lucha libre.

La México nos despide

El resultado era una caída a favor de cada bando. Sin esperar a que se diera el silbatazo de inicio para las hostilidades, los cuatro combatientes ya se disputaban el triunfo de la tercera y definitiva caída.

            Carmelo Reyes y el Perro Aguayo fueron los primeros en ser eliminados:   el Perro por Carmelo y éste último por el Perrito Jr. Por su parte, Chucho Reyes estaba agotado pero aún tenía fuerzas suficientes para combatir al "Cachorro pulgoso" (así le llama Máscara año 2000 al hijo del Perro Aguayo ) y permitir que su hermano Cien Caras se retirara de la profesión con la victoria.

            En la lucha libre las tentaciones son grandes y Chucho cayó en una de ellas: fauleó al Perrito mientras el réferi estaba de espalda a las acciones. Muy enojado, el Perro mayor entró al cuadrilátero de manera ilegal (pues ya estaba eliminado) y aplicó el mismo castigo a Mascara año 2000 ; después cogió a su hijo por la cintura y lo colocó sobre Chucho Reyes. El réferi, quien hasta entonces había estado distraído por la incursión inesperada e ilegal de Universo 2000 (el hermano menor de los Reyes y quien no estaba programado para la contienda), no se percató de los golpes prohibidos y contó los tres segundos que exige el reglamento.

            En vano Mascará año 2000 y Cien Caras reclamaron y lloraron. El peluquero oficial del Consejo Mundial de Lucha Libre, el señor Peñalosa, subió al ring vestido con su acostumbrado traje de lujo para cumplir con su deber: rapar a los Capos.

            El público comenzó a abandonar la Arena México. Al fondo se observaba, todavía, al señor Peñalosa con sus zapatos de charol blanco y su traje negro con solapas en color rosa mexicano: satisfecho, guardaba las tijeras y la máquina de rasurar en uno de los bolsillos del vistoso traje.

La México quedó vacía de nuevo. Afuera ya estaban pegados los carteles para el próximo viernes. Los taxis se disputaban a los pasajeros; los vendedores aún gritaban: "lleve su máscara de Atlantisss y el Santooooo..." Algunos aficionados abandonaron tristes la arena, otros contentos, pero todos con ganas de regresar a la lucha libre.

 



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO