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Desnudos
de Luis Márquez Romay: erotismo enmascarado de luces
y sombras
Jorge Bravo
beltmondi@yahoo.com.mx
Desnudos 1926-1932. Fotografías
de Luis Márquez Romay, semblanza de Ernesto
Peñaloza Méndez y estudio de Deborah Dorotinsky
y Laura González. Patronato del Museo Nacional de
Arte-Instituto Nacional de Bellas Artes-Instituto de Investigaciones
Estéticas, México, 2006, 62 ils, b/n, 69 pp.
Además de fotógrafo, Luis Márquez Romay (1899-1978) fue actor, camarógrafo e indumentarista cinematográfico. Participó, entre otras películas, en Los
olvidados de Luis Buñuel. El investigador Aurelio de los Reyes fue uno de sus rescatadores y estudiosos. Gracias a las indagaciones del especialista en cine mexicano fue posible que en 1979 el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM –dirigido entonces por Jorge Alberto Manrique– adquiriera la colección Luis Márquez Romay integrada por once mil 164 negativos blanco y negro. Las cajas con el material fotográfico permanecieron resguardadas hasta que los especialistas del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint del IIE se dieron a la tarea de rescatarlo del deterioro y la contaminación por hongos que lo amenazaba.
Además de la profesional labor de limpieza y conservación
de las imágenes, meritoria en sí misma, se recuperó una
serie fotográfica de Márquez Romay que consistía
en 53 desnudos, cuarenta masculinos y trece femeninos. La investigación
documental, testimonial e iconográfica posterior permitió que,
en el marco de la Bienal de Fotografía Fotoseptiembre
2005 que organiza el Centro de la Imagen desde 1993, el Museo
Nacional de Arte (Munal) albergara la exposición Desnudos
1926-1932. Fotografías de Luis Márquez Romay, curada
por el fotógrafo Ernesto Peñaloza Méndez
del IIE. Más de un año después, la muestra
permanece en el Munal (hasta el 22 de abril de 2007) –incluso
ha viajado a otras ciudades de país– por la peculiaridad
de las imágenes y de sus desnudos.
Durante
la presentación del catálogo de la exposición el pasado
1º de marzo en el Munal, el escritor Carlos Monsiváis resaltó la
vocación estética de Luis Márquez y analizó sus
imágenes. Monsiváis (quien en su colección personal
posee materiales del fotógrafo) aseguró que, a través
del “voyeurismo de la cámara”, Márquez
Romay “no se propuso fotos eróticas sino cuerpos integrados
al paisaje; su objetivo fue rendirle un homenaje a la belleza tanto masculina
como femenina”.
Presidieron la presentación del catálogo los directores del
Munal y del IIE de la UNAM, respectivamente, Miguel Fernández Felix
y Arturo Pascual Soto; el investigador Antonio Saborit, el curador Ernesto
Peñaloza y la historiadora del arte Deborah Dorotinsky quien, en
colaboración con la también investigadora Laura González,
escribieron el estudio histórico, estético e iconográfico
del catálogo –“Las máscaras de Eros”– que
analiza los desnudos de Luis Márquez Romay.
Según esa co-investigación, posiblemente Márquez
Romay conoció y se vio influenciado por la obra fotográfica
homoerótica del barón Wilhelm von Gloeden, de
Guglielmo Plüschow y de Vincenso Galdi. Por sus búsquedas
técnicas y estéticas, por los importantes reconocimientos
a los cuales llegó a hacerse merecedor (como el Gran
Premio de Fotografía de la Exposición Iberoamericana
de Sevilla en 1930) y, asimismo, por haber fotografiado buena
parte de la vida nacional en periódicos y revistas de
la capital mexicana, Márquez Romay agudizó sus
búsquedas estéticas: confería especial
importancia a las interpretaciones del observador. Así,
formó una vasta colección de imágenes
de indumentaria étnica y fue el autor del libro Mexican
Folklore donde reunió una selección de lo
mejor de su trabajo. Por todas estas razones, Luis Márquez
Romay ocupa un sitio propio entre los fotógrafos modernos
más destacados del país, al lado de artistas
de la lente como Manuel Álvarez Bravo, Agustín
Jiménez, Emilio Amero, Lola Álvarez Bravo y Aurora
Eugenia Latapí.
Como señalan las especialistas en fotografía
Dorotinsky y González en el estudio del catálogo, “si
alguien puede con justicia recibir el calificativo de fotógrafo
ecléctico, ése sería Luis Márquez
Romay. Como se confirma al estudiar su vasto acervo, a Márquez
le tocó hacer de todo: fotografía de arquitectura,
de piezas prehispánicas, de modelos vestidas con trajes
típicos indígenas, de indios desplegando sus
atuendos, de artesanía, de paisaje, de retratos y, finalmente,
también de desnudo”.
La portada del catálogo resulta interesante y acertada –diseño
de Germán Montalvo y César Caballero– porque
obliga al lector a acercarse y distinguir en el detalle de la
imagen entre un posible bíceps y su continuación
en el brazo, o entre un dorso y un abdomen muy flexionado. ¿Acaso
no las imágenes de desnudos invitan siempre a aproximarse
para participar del gozo de la mirada?
Márquez
Romay tomó algunas de sus fotos de desnudos masculinos
en los jardines del Parque Lira de la Ciudad de México.
Asimilados a ese ambiente bucólico, entre árboles
y follajes, fondos acuáticos, fuentes, balaustradas
y pérgolas; con lianas de hiedra que serpentean por
el cuerpo de jóvenes con sexualidad soñolienta,
pieles de felinos o simplemente un velo como complemento
de la desnudez y el paisaje, los modelos efébicos
de Márquez adoptan poses pétreas decorativas
(“danzas congeladas”, dijo Monsiváis)
que los transforma en esculturas mitológicas grecorromanas
de Eros o Narciso y sus representaciones simbólicas,
lo que Dorotinsky y González llaman el “erotismo
enmascarado” de las imágenes de Luis Márquez.
En ciertas fotografías del artista, “más
escultóricos que carnales (...), la stasis gana
mientras la energía dinámica –y el eros– escapa
a los cuerpos masculinos, que devienen meros modelos académicos
aptos para la contemplación”. A través
de sus fotografías –sugiere Monsiváis– Luis
Márquez “inventa la inocencia masculina”.
En cuanto a las mujeres, Márquez Romay eligió “modelos
que para la época eran extremadamente delgadas y flexibles”,
posiblemente bailarinas o gimnastas, de ojos claros y piel pálida,
en contraste con las féminas “llenitas” que
agradaban a la mirada y al gusto masculino de principios del siglo
20. Por momentos el fotógrafo se permite acercamientos sobre
mujeres cuya musculatura insinuada y flexibilidad evidente dibujan
cierto tono lésbico y rompen con cualquier estereotipo
femenino ortodoxo. En otras fotografías sale a relucir
la belleza mestiza (con reboso) y la pasión de una mano
avanzada en años y muy morena que estruja –en un close-up impúdico– un
seno comparativamente marmóreo.
Las historiadoras del arte aseguran que los desnudos de Luis Márquez
Romay alcanzaron una difusión muy restringida en ciertos
círculos cultos y elitistas, mientras que su comercialización
la consideran francamente descartada. Piénsese en una sociedad
en la que cualquier manifestación voluptuosa estaba proscrita
o censurada, aún más el desnudo en cualesquiera
manifestaciones.
En ese sentido, posiblemente en pleno siglo 21, no sorprendan
las fotografías de Luis Márquez Romay, acostumbrados
como estamos a ver por doquier imágenes con mujeres y hombres
ligeros en ropa o asumiendo poses pornográficas. Sin embargo,
queda la duda de si el fotógrafo se adelantó a su
tiempo al retratar tan abiertamente la belleza y la desnudez masculina,
cuando ésta llegó tardíamente al paisaje
iconográfico contemporáneo, y cuando los cuerpos
sexualizados y comercializados se ha convertido en una mercancía.
Índice
Desnudos 1926-1932. Fotografías
de Luis Márquez Romay
Presentación
María Teresa Uriarte
Sari Bermúdez
Saúl Juárez
Roxana Velásquez Martínez del Campo
El fotógrafo
Ernesto Peñaloza Méndez
Las máscaras de Eros
Deborah Dorotinsky y
Laura González
La obra
Lista de obra expuesta
Agradecimientos
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Inserción en Imágenes: 12.03.07.
Foto de portal: Mujer con reboso y efebo posan para Luis
Márquez Romay.
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