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Los hombres de piedra te agradecen

Mis merecimientos no van más allá de mi devoción
al estudio del legado artístico de nuestros antepasados indígenas,
y mi convicción de que tal estudio es uno de los más
claros medios de integración de una conciencia nacional.

Beatriz de la Fuente

 

 

 

 

La imagen resulta aleccionadora. La doctora Beatriz de la Fuente (1929-2005) sostiene en sus manos uno de los tomos sobre la pintura mural prehispánica en Bonampak. Esa es precisamente una de sus mayores enseñanzas: acercarse y mirar, una y otra vez, las veces que sea necesario, a las obras de arte creadas por las manos de los antiguos mexicanos.

El 7 de mayo de 1985, el antiguo convento y colegio de La Enseñanza, edificio sede de El Colegio Nacional, incorporó entre sus distinguidos miembros a Beatriz de la Fuente; ella ha sido hasta el momento la primera mujer en ingresar a tan importante institución de la cultura en México, cuyo lema es "Libertad por el saber". Veinte años, seis meses y un día después, la noche del 8 de noviembre, esos mismos muros revestidos de tezontle y cantera vuelven a ser anfitriones de una ceremonia en memoria de la destacada investigadora del arte prehispánico en nuestro país: la construcción dieciochesca alberga la sesión para rendirle un homenaje póstumo a la doctora De la Fuente.

"Consagró su vida a nuestra alma mater por cuarenta años. Enriqueció el ser cultural de México. Honró a la UNAM y al país", aseguró Miguel León-Portilla, uno de los oradores, también miembro de El Colegio Nacional e investigador emérito del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. León-Portilla se refirió a la vertiente creadora de Beatriz de la Fuente cuando mencionó a algunos de sus más de quince libros publicados, obras fundamentales para conocer el pasado mesoamericano: Palenque en la historia y en el arte (1968), Los hombres de piedra. Escultura olmeca (1978), La escultura de Palenque (1993), La pintura mural prehispánica en México . Esta última es la obra monumental -como monumentales fueron los murales que estudió- que consagraron a Beatriz de la Fuente como investigadora, historiadora del arte y maestra.

La doctora de la Fuente -doña Beatriz, como le llamaban sus discípulos más allegados- era y sigue siendo referencia obligada para los historiadores del resto del mundo. Sus libros y artículos encontraron traducciones a otros idiomas y constantemente era citada por investigadores extranjeros interesados en el mundo prehispánico que ella, sin duda, contribuyó a esclarecer. Acierta León-Portilla al reivindicar las reflexiones esenciales del pensamiento de Beatriz de la Fuente: el conocimiento de nosotros mismos, el carácter social de la historia del arte, la importancia de la academia, de la cátedra, y la necesidad de integrar una conciencia nacional.

Al reconocimiento asistieron distinguidas personalidades del ámbito académico, discípulos y amigos, así como la familia de la especialista en arte prehispánico: el doctor Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, su hijo, y el doctor Ramón de la Fuente, su viudo. Este último develó el retrato de la homenajeada, pintado por Lucinda Urrusti, artista plástica quien también ha trazado con su pincel otros retratos, como el del poeta Octavio Paz.

El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma pronunció unas palabras elogiosas en torno a la trayectoria académica de la doctora De la Fuente: "veía la imperiosa necesidad de que, mediante (la historia del arte) y la historia en general, se creara conciencia de la presencia de nuestros antepasados". Aún más elocuentes son las líneas que el mismo Matos Moctezuma escribió para presentar el libro Acercarse y mirar en homenaje a Beatriz de la Fuente el 13 de abril de 2005 en el Antiguo Colegio de San Ildefonso:

Acercarse y mirar... y darle vida a lo que se observa. Esto es lo que a lo largo de su vida ha hecho una mujer excepcional: Beatriz de la Fuente. Su mirada lo abarca todo: recorre palmo a palmo la escultura, el muro pintado. Lo mide, lo siente, penetra en sus esencias para volver evidente lo arcano que guarda en sus interiores. Nada escapa a su mirada, hasta los mínimos intersticios de la piedra y del barro se revelan ante sus ojos. Recorre el tiempo y lo hace suyo. Ni dioses ni humanos se le resisten; para ella no hay misterios en las viejas piedras, los murales o la simple olla de barro.

Los hombres de piedra (título de uno de sus libros más reconocidos) y los hombres pintados en los muros de las construcciones mesoamericanas agradecen a Beatriz de la Fuente su mayor develamiento. Es verdad que aún conservan muchos otros velos de misterio; pero como acertadamente dijo la doctora María Teresa Uriarte (directora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM) en la entrega del Premio Tatiana Proskouriakoff que otorgó el Museo Peabody de la Universidad de Harvard a la académica, la aportación más importante de doña Beatriz fue haber "creado una escuela mexicana de arte prehispánico". Esa escuela permitirá, a través del seminario "La pintura mural prehispánica en México" -mismo que la doctora de la Fuente dirigió desde 1990- y de tantas generaciones de nuevos investigadores e historiadores del arte, que las indagaciones y los estudios en torno al arte y las culturas mesoamericanas continúen, se enriquezcan y nos muestren sus insondables secretos de piedra y barro.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO