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Modernización y modernismo. Imágenes e ideas de las artes plásticas mexicanas desde el siglo XIX

Alberto Dallal*
dallal@servidor.unam.mx

Fausto Ramírez, Modernización y modernismo en el arte mexicano, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 2008, 477 pp.

En un libro básico, compilación del trabajo de distintos conductos y épocas, del investigador Fausto Ramírez, se analizan varios momentos, artistas y situaciones del México del siglo XIX, hasta desembocar en algunos mecanismos creativos y de acción del pintor José Clemente Orozco. Penetrante conocedor del arte mexicano, Ramírez pasea su mirada erudita sobre los acontecimientos artísticos del modernismo mexicano: literatura, prensa, pintura de caballete, escultura, grabado, pintura mural, instituciones, academias, gremios… Su meticulosa indagación nos descubre una coherencia, un “haz de relaciones…” internas, como García Bacca describió toda estructura, entre la vertiente del modernismo en la literatura de la época, los acontecimientos y mentalidades de los artistas plásticos del XIX-principios del XX, las exposiciones, los avatares y producciones de la Academia de San Carlos y de los artistas plásticos mexicanos independientes. Ramírez nos descubre cómo fueron gestándose, no sólo trazos, colores, imágenes, formas de acción plástica sino mentalidades enteras en una rica producción pictórica que hasta la fecha nos impone, nos exige una penetrante revaloración, tarea impostergable para todos los historiadores del arte mexicano. La tesis fundamental de Fausto Ramírez, justificación plena de la compilación de sus estudios, se concentra en la idea de que, “si bien la Revolución ejerció un influjo importante en el redescubrimiento de las realidades propias y les dio una inflexión y un acento característicos, las tendencias generales que culminarían en dicho fenómeno se encontraban ya en proceso, independientemente del estallido revolucionario en noviembre de 1910, [no obstante] que la Revolución obligaría a los intelectuales a observar la ‘realidad de la patria’ con ojos nuevos…”

           Con una meticulosidad historiográfica e histórica (que lamentable e inútilmente se está perdiendo en los jóvenes investigadores del arte mexicano), Fausto Ramírez confronta y exhibe sus ideas, rodeando, en cada caso, a su objeto de estudio, con las evidencias de cada paraje social y artístico. Ya en el primer capítulo, “Una visión panorámica del modernismo”, nuestro autor revela y expone una general ideología o tendencia que nos permite contemplar la época de manera “orgánica”, coherente y asimilar las ideas centrándolas en variadas obras y personajes. Es, a la vez, su “entrada en materia” y la puesta en marcha de su metodología. Esta exposición preliminar general nos permite descubrir en las sucesivas observaciones y valoraciones históricas que le siguen, muchas de ellas descripciones minuciosas de ideas, acontecimientos y obras, la rica gama de imágenes (y su propuesta “razón de ser” faustiana) en artistas y obras que, tras la lectura del libro, debemos de contemplar “de otra manera”, una manera más completa y más llena de detalles, descripciones, descubrimientos e ideas a tomar en cuenta. ¿Cuál, si no este, es el objetivo de toda propuesta en el conjunto de la historiografía del arte de cada país y en cada época?

            Capítulo importante es aquel en el cual Ramírez se refiere a los conceptos que los críticos de la época guardaban en México con respecto a las nuevas vertientes de la pintura europea. Este es uno de los tantos aciertos metodológicos del autor: remitirse a las ideas imperantes en la prensa y la crítica del momento en que se ubican las obras y las exposiciones. Estas referencias ineludibles para un buen estudio de la historiografía del arte se repiten a lo largo de los estudios concentrados en el libro; pero se convierten en tema central del capítulo titulado “El ‘discurso primitivista’ y algunas peculiaridades del ‘impresionismo’ pictórico en México”. Estudioso a fondo de las corrientes pictóricas europeas, Ramírez penetra en los productos y las posiciones críticas de la época para investigar cómo interpretaban los artistas y críticos mexicanos las influencias europeas. “Gracias a un artículo de El Imparcial –nos indica Fausto Ramírez–, poseemos un resumen del contenido de aquella plática, en la que Murillo ‘señaló el predominio de las escuelas impresionistas y simbolistas’ en el panorama artístico contemporáneo…” No sólo se trata de una reiteración de la manera acuciosa como Ramírez se remite a la prensa mexicana del siglo XIX; estamos frente a una acción metodológica que resulta imprescindible en el análisis de la producción artística de cualquier época histórica: el historiador, no obstante que tiene las imágenes pictóricas del pasado a la vista, consigue ubicar y reubicar a cada obra particular en el consenso crítico de etapas pasadas. Una buena lección para las sucesivas investigaciones historiográficas en la actualidad, en la que se tiende a negar la vigencia de las ideas propias de cada época, encumbrando una supuesta concepción universal actual, conformada mediante avances tecnológicos que sí son vigentes en el arte contemporáneo.

           El largo e interesante paseo por los artistas, situaciones, sueños, tics y obsesiones de estos artistas del XIX incluye un enorme cúmulo de datos de investigación que apoyan las propuestas y descripciones. Nos embelesamos con la obra de Casimiro Castro, con las colaboraciones de Posada en las publicaciones periódicas de la época, las “torturas sexuales” de Julio Ruelas y descubrimos un “paisaje abulense de Diego Rivera”. Exposiciones de la Escuela Nacional de Bellas Artes y las conmemorativas del Centenario de la Independencia: comprueban la eficacia de sus espacios y “mensajes” y asimismo dan a conocer quiénes llamaban ya la atención del público y de los críticos en la pintura mexicana. Se analiza el estilo de Saturnino Herrán y se reconsideran las vidas y las obras de Germán Gedovius y Alfredo Ramos Martínez. En cada “etapa” del libro, Fausto Ramírez aporta datos para situar de nueva y también de antigua cuenta a estos personajes que, no obstante las tareas de críticos de por lo menos un siglo, no habían recibido un “tratamiento” tan singular y consistente. Nos remite Ramírez a ponderar los antecedentes, las bases de muchas de las actitudes y de las imágenes, así como los “modos” y técnicas de nuestros artistas del XIX, para desembocar en un análisis lleno de nuevas luces en torno a algunas obras de José Clemente Orozco. Ramírez afirma, con razón y con pleno conocimiento de causa, que sigue una sugerencia del “pintor, cuando le indicaba a Alma Reed que colocar la obra de arte en el lugar apropiado de su propia tradición es la verdadera función del crítico…”

            La metodología de Fausto Ramírez, expuesta y comprobada en este libro, nos indica nuevamente que el desenvolvimiento de la historiografía del arte en México, y en el mundo entero, requiere de una acuciosa revisión, en varios planos, de las múltiples situaciones sociales de los artistas, incluyendo producciones, obras de otras disciplinas artísticas que emiten una luz concentrada sobre un solo personaje y las manifestaciones a las que le dio vida.


Ilustraciones tomadas del libro Modernización y modernismo en el arte mexicano de Fausto Ramírez.
Inserción en Imágenes: 12.09.08
Foto de portal: portada del libro.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO