Cabeza Bolet’n Informativo IMçGENES IIE boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-dearchivo
boton-inicio boton-directorio menu-boletin boton-archivo boton-regresar boton-instituto boton-unam boton-contacto
 
dialogos

Doctor Wagner Jr.: las estrellas no tenemos edad

Sara Carolina Cruz Mendoza*
carimme_20@hotmail.com

 

Es el día más maravilloso de mi vida: acabo de ver el rostro de uno de los grandes de la lucha libre, de uno de los personajes que me intimidaban en los pasillos cuando mi padre me llevaba a la arena para ver a mis ídolos.
            Escuché su voz ronca detrás de mí y volteé por inercia. Estaba allí, con los tirantes de la botarga fuera de su sitio, las rodilleras flojas y una toalla cubriéndole casi todo el rostro, aunque algunos cabellos despeinados se le alcanzaban a ver.
            Me acerqué a él para preguntarle si me concedía unos minutos para hacerle una entrevista. Accedió y sólo me pidió que lo aguardara. La espera era larguísima o al menos así me pareció. Finalmente lo vi salir de los camerinos, con la misma toalla resguardando su identidad. A las personas que se encontraban en una oficina cercana les pidió autorización para realizarle la entrevista. Me encontraba nerviosa en ese espacio, apenas con un escritorio de metal y dos sillas improvisadas para la conversación.
           Una vez adentro de lo que es la oficina de pagos de la Arena Neza, el luchador se descubrió la mayor parte del rostro. Fue en ese momento cuando descubrí por vez primera sus ojos claros y su cabello castaño. Casi al mismo tiempo comenzó a desatarse la venda que le protege las rodillas; sus manos grandes pero no toscas separaban con celeridad y cuidado a la vez –muestra de su experiencia– el vendaje de su piel.

La carrera de Wagner con su hermano menor
Doctor Wagner Jr. no creció con la inquietud de ser un luchador. Su interés despertó cuando César, el menor de los hijos de don Manuel (q.e.p.d), conocido como Dr. Wagner Sr., comenzó su entrenamiento. Dr. Wagner Jr. admite que su hermano menor le produjo celos porque él andaba en todos lados con su padre. Fue así como decidió llevar a la práctica el deporte de la lucha libre, mismo que en la actualidad sería impensable sin una figura como él.



Háblenos de la magnífica mancuerna que ha logrado con su hermano, Black Tiger.
Yo no le llamaría tan magnífica. Es cierto que crecimos, vivimos, dormimos y comíamos juntos. Es decir, él es mi hermano y somos muy fraternos. Esa convivencia era muy hermosa. Sin embargo, en esta etapa distinta de nuestras vidas nos volvemos a encontrar. Él estaba luchando con una identidad que yo obviamente desconocía. Me sorprendió saber que mi hermano es Black Tiger porque yo no lo sabía, tampoco los aficionados. Me alegra que haya ocurrido porque ahora lo voy a cobijar y creo que vamos a crecer como mancuerna, porque él domina un estilo de lucha libre más espectacular, mientras que yo manejo el estilo recio. Creo que podemos hacer una buena pareja.

¿Por qué casi no se ha visto esta mancuerna entre Dr. Wagner y Black Tiger?
Porque él maneja el estilo rudo y yo soy técnico. Además, Black Tiger está inconforme porque en la plaza de La Laguna perdió su máscara por culpa de un referee. Yo le he dicho que retome el camino de los técnicos, pero él aún está indeciso. Por otra parte, depende de los promotores que decidan programarnos como pareja en alguna función. Ambos ya estamos acoplados.

Después de que Dr. Wagner era uno de los luchadores rudos más odiados por los técnicos, ahora que ha pasado al bando de los científicos es un gladiador querido y aclamado: el público desea saludarlo, estrechar su mano, pedirle un autógrafo. Incluso se presentan mujeres que le piden “hazme tuya”.

En este momento de su carrera, como técnico, ¿está mejor que cuando era rudo?
Considero que son etapas distintas. Ya experimenté el lado rudo, ya sé lo que significa el abucheo de los espectadores, el recuerdo maternal en cada función, el odio y todas esas cosas que como luchador rudo representaban el reconocimiento del público. Ahora en el bando técnico la situación se invierte: es el aplauso, el apoyo, el grito, el saludo… Cada etapa es distinta pero las dos me gustan y las domino. Todavía en algunas ocasiones me presento como rudo. Yo no soy un luchador técnico espectacular pero realizo muy bien las patadas voladoras, los saltos mortales y, sobre todo, mi tope con giro.

Las acciones del pasado siempre son fundamentales para el presente. Lo anterior queda claro porque Dr. Wagner Jr. se siente comprometido con mantener el mismo nombre luchístico que utilizó su padre, y porque también siente la obligación de hacer su propio camino: “No sé si llegaré a ser una leyenda de la lucha libre en México pero sí sé que dejaré escrita una historia.”

Todos compartimos al mismo héroe
Cuando era niña creía que mis héroes eran los luchadores. Sin embargo, también pensaba que sólo mi padre podría salvarme de la intromisión de los malos. La arena de lucha libre es un lugar de encuentro para muchos niños que asisten para ver luchar a sus héroes. Son los propios padres quienes pagan el boleto y llevan a sus hijos para ser momentáneamente desplazados por una figura masculina a la que sus hijos idolatran.
           Lo curioso es que este héroe que es el Dr. Wagner Jr, este hombre fuerte que ejecuta saltos mortales hacia atrás desde el pasillo por donde desfilan los luchadores, ese gladiador también tuvo un héroe: el mismo que todos tenemos cuando somos niños.

¿Quiénes eran los héroes de Dr. Wagner?
De niño siempre me gustó Supermán; pero en la realidad, definitivamente, fue mi padre.

¿Por qué su padre?
Porque él siempre estuvo con nosotros y, más allá de ser admirable como deportista, era ejemplar como ser humano.

La influencia del padre de Wagner fue importante para el desarrollo de su vida personal y de su carrera profesional; además de inculcarle la práctica de un deporte, les enseñó hábitos de vida.

¿Desde cuando comenzó a entrenar?
Desde pequeños mi padre nos inculcó el karate, la natación y todo lo que fuera deportes. En un principio nos pidió la realización de una carrera profesional o a nivel medio superior. Sin embargo, fue a los veinte años cuando la lucha libre me atrapó y ya no quise continuar con los estudios.

Cuando supo que su padre era luchador, ¿en ese momento quiso practicar este deporte?
Siempre, cuando era niño, me sentaba en la banqueta de afuera de mi casa, me sentaba a ver las estrellas en el cielo y decía: “yo quiero ser…”, y por lo general en ese “yo quiero ser” se reflejaba la admiración que yo siento por una persona.

Técnica luchística y mecánica automotriz
Los aficionados todavía lo esperan. En la arena se escucha el barullo de los niños y de los adultos que se comportan como niños: se empujan entre sí y quieren conservar su lugar a un costado del pasillo de los luchadores, aunque los elementos de seguridad les pidan de una y mil maneras que desalojen la arena.
           Los niños comienzan a sollozar porque saben que su tiempo para verlo de cerquita y, quizá, de tocarlo se termina por la impaciencia de los guardias de seguridad. Es entonces cuando los padres acuden en auxilio de sus hijos y, hábilmente, los levantan en vilo y los cargan. “Un minuto más, mano; mira  a mi chavito, sólo quiere verlo”, imploran los papás a los guardias quienes, conmovidos, acceden a la solicitud y los dejan permanecer bajo la sentencia de “sólo un rato más”.

¿Qué carrera estudió?
Tengo una carrera técnica. Soy técnico industrial. Todo lo que tiene que ver con la mecánica de los coches, eso lo conozco a fondo. Iba a estudiar ingeniería pero la lucha libre me retiró de ella.

¿Si no hubiera sido luchador, dónde estaría ahora?
Hubiera sido piloto de autos de carreras. Me encanta todo lo que tiene que ver con la industria automotriz. Afortunadamente no tuve el apoyo porque es un deporte muy riesgoso; pero cuando yo veía las estrellas... quería ser un piloto de carreras.

Pero ahora usted es una estrella de la lucha libre e imagino que eso es muy bueno.
Sí, definitivamente es muy reconfortante formar parte de las estrellas; sin embargo, no sólo hay que serlo, es necesario saber mantenerte en el sitio y contar con el apoyo del público.  Actualmente están surgiendo nuevas generaciones como Místico y otros personajes. Yo les recomiendo a los luchadores jóvenes que prueben, que intenten y que se esfuercen para llegar a ser una estrella, una estrella como Dr. Wagner Jr.

Wagner es un experto en el arte de las llaves y las contrallaves. Posee la experiencia suficiente en el medio luchístico. Desde hace unos meses espera que esa misma experiencia le permita prosperar como promotor de lucha libre y aportar sus conocimientos y visión en una nueva época del arte gotch.

El suelo que pisa una estrella
Apenas minutos antes de la entrevista debutaron algunos nuevos elementos del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL). Decidí preguntarle a Wagner su perspectiva sobre ellos.

¿Cuál es la su visión con respecto a estas nuevas generaciones de luchadores?
Pienso que ahora la carrera del luchador profesional es más corta que antes porque vivimos una nueva época dentro de la lucha libre. El publico pide nuevos estilos luchísticos: lucha aérea y más espectacularidad. Por lo mismo, el luchador tiene que ser más joven. Actualmente importa mucho el carisma, el cuerpo atlético de los gladiadores, la espectacularidad del atuendo. Esos elementos que exige el espectador acortan la carrera del luchador.

Es verdad: en el medio luchístico existen muchos deportistas talentosos. Sin embargo, como también ocurre en otras profesiones, las nuevas generaciones dejan de tener los pies en la tierra y se olvidan de la humildad de este generoso deporte. Fue Wagner quien mencionó la palabra “humildad”. De inmediato me surgió la idea de preguntarle si él, en algún momento de su carrera, cuando alcanzó la fama, había perdido los pies de la tierra. “No, nunca. Mi padre siempre nos enseño a ser humildes y a respetar a los demás. Sobre todo a los aficionados quienes son los responsables de que uno, como luchador profesional, llegue a ser un ídolo.”

¿Cuál ha sido la experiencia más triste que le ha dejado la lucha libre?
La lucha libre ninguna, pero sí las personas que se encuentran dentro de ella y que le mienten a los luchadores. Muchas veces confiamos en las personas, en los compañeros, en los promotores y ellos no responden de la misma manera.

¿Y la más agradable?
La salud, definitivamente, la salud. Hay que cuidarse todos los días.

¿Qué es lo que le hace falta al Dr. Wagner Jr. para terminar de consolidarse como un ídolo?
Es muy difícil. Hay que estudiar la situación porque es muy complejo estar en esa situación. Es incluso peligroso porque los ídolos también mueren o pueden perder el piso.

Ha pasado media hora de conversación con el ídolo. A causa de los nervios, por hallarme frente a él, casi olvido preguntarle sus datos generales como luchador profesional:


Estatura: un metro con ochenta centímetros.
Peso: noventa y cinco kilogramos.
Edad: “las estrellas no tenemos edad; la edad nos la concede el público”

Inserción en Imágenes: 13.03.07.
Foto de portal: una máscara respetada y aclamada: Dr. Wagner Jr.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO