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Hasso von Winning y la iconografía de Teotihuacan:
un breve recorrido1

María Elena Ruiz Gallut*
gallut@servidor.unam.mx


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En 1987, el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM publicó en dos tomos el libro titulado La iconografía de Teotihuacan. Los dioses y los signos, escrito por Hasso von Winning. Muchas cosas han pasado desde entonces, no sólo en el mundo en general sino en lo que respecta al acercamiento analítico a nuestras culturas antiguas. En el propio Teotihuacan, nuevos hallazgos nos han permitido conocer variados aspectos de la sociedad teotihuacana, así como contar con ejemplos notables de pintura, escultura y formas cerámicas, mismas que se suman a los descubrimientos de más de un siglo de excavaciones arqueológicas en el lugar.
           Como bien menciona Beatriz de la Fuente al prologar el mencionado trabajo, "a través de las formas del arte, el universo teotihuacano" es develado por Von Winning en esta obra.

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Pero ¿qué es el arte?  Creación del ser humano, la obra de arte se caracteriza por poseer un significado y un valor estético. Historiadores del arte y arqueólogos estudiamos muchas veces los mismos objetos, testimonios materiales de las culturas. Sin embargo, mientras el arqueólogo, a través de estos vestigios, dedica sus esfuerzos a comprender cuestiones de producción y comercio, de uso de materiales, de creación y función de espacios arquitectónicos, entre otros, el historiador del arte prehispánico se acerca a las culturas por medio del análisis de las manifestaciones artísticas, en donde la forma, el color y el simbolismo son parte de un sistema de comunicación producido en tiempos distantes, pero que reflejan, a través de las imágenes, una manera particular de concebir y organizar el mundo. El objetivo, tanto para la arqueología como para la historia del arte, es el mismo: se resume en la búsqueda y en la comprensión del ser humano y de la sociedad que están detrás de dichos testimonios. Hasso von Winning conjunta ambas disciplinas en sus indagaciones y nos ofrece en sus estudios una invaluable información que aún hoy, desde su perspectiva y a partir de su ojo analítico, dimensiona en diferentes contextos el aspecto humano de muchas de nuestras culturas antiguas.
           La que se desarrolló en Teotihuacan fue una de las más importantes . Su presencia alcanzó no sólo sociedades contemporáneas en la geografía mesoamericana, sino que tocó la historia de otros pueblos prehispánicos alejados por siglos en el tiempo. De igual forma, la llamada por los mexicas Ciudad de los Dioses nos ha dejado una herencia de enorme riqueza, por la que se recorren cerca de siete siglos de historia. Los vestigios nos hablan de una organización social jerarquizada, en la que la carga religiosa permeaba la mayoría de las actividades y a la cual se sumaban las funciones de una administración fortalecida principalmente por la actividad comercial.

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          Hoy en día encontramos en Teotihuacan una ciudad perfectamente planificada, en la que un estilo particular de arquitectura, el inconfundible talud-tablero, enmarca los espacios para la vida pública y la privada. También reconocemos la calidad de las técnicas pictóricas y cerámicas : gracias a ellas podemos constatar la importancia  de la religión, vertida de manera singular en las manifestaciones artísticas.
         ¿Cómo podemos conocer un poco más a quien creó dichos espacios, a aquel que ideó formas en las que hombre, animal y naturaleza se entreveran muchas veces para construir imágenes alejadas de nuestra propia realidad? No sabemos quiénes fueron los teotihuacanos. No sabemos qué idioma hablaban. No han llegado a nuestras manos códices o documentos que apoyen al estudioso de Teotihuacan a fin de obtener un conocimiento más profundo sobre esta cultura. Debemos entonces enfrentar el reto utilizando todas las herramientas que estén a nuestro alcance. Entre éstas, la interpretación de las imágenes resulta una actividad privilegiada. La transmisión de conceptos e ideas por medio de formas variadas constituye un ámbito de exploración privilegiado del que podemos abrevar, ya que una imagen funciona dentro de un lenguaje específico y para un tipo de comunicación particular. En el discurso de las imágenes , la iconografía permite tener un acercamiento a lo s diversos modos de entender y organizar un universo tan distante al nuestro como lo es, en este caso, el teotihuacano.
         La imagen aparece como un elemento central en el trabajo de Von Winning. La presentación de las formas creadas en Teotihuacan y la comparación de éstas con las de otros sitios y culturas dan como resultado análisis plenos de información que nos permiten identificar no sólo lo propiamente teotihuacano sino reconocer las huellas dejadas en el arte por el contacto con esas culturas.

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            El estudio de Von Winning, además de integrar investigaciones propias llevadas a cabo durante varias décadas, conjunta las aportaciones de diversos autores. Está organizado alrededor de grupos de imágenes y signos, a los cuales les ha conferido diversos significados. Según sus propias palabras, y siguiendo el modelo de Henry B. Nicholson de conformar categorías de deidades según sus funciones y jurisdicciones, Von Winning ha definido como " complejos" los grupos que se mencionan a continuación. En todos ellos hace referencia no solamente a los atributos que califican a la deidad sino a los elementos que se asocian con ésta. Resumo aquí, de manera muy breve, los cinco conjuntos registrados por el autor:
           1) El complejo dios de la lluvia (Tláloc A). Von Winning señala el culto a este dios como el culto supremo. La imagen de Tláloc (el que hace brotar) que proviene de la cultura t eotihuac ana y que probablemente tenga antecedentes entre los olmecas perdura hasta el periodo posclásico. Las características que lo distinguen son un par de anillos sobre los ojos y una banda labial superior con dientes y colmillos. Sin embargo, los rasgos felinos de la imagen permiten hacer una distinción entre la deidad producida de manera independiente en la metrópoli y aquella que puede ser de otra tradición, es decir, la de procedencia olmeca. Esto significa que el Tláloc teotihuacano, según la definición de Pasztory retomada por Von Winning, se distingue de su representación homónima por "la forma del labio superior, cuyos extremos están volteados hacia abajo, los tres dientes con dos colmillos, y el lirio de agua que sale de la boca". Muchas veces se le mira con un nudo de cinco elementos o con el signo de año en el tocado, además de que en algunas ocasiones carga una vasija decorada con sus propios atributos con la que vierte el agua, lo cual alude a la función de propiciar la lluvia. Asimismo porta una vara serpentina con la que golpea dicha olla para producir los truenos y relámpagos. Esta representación se asocia con elementos serpentinos, por lo que Von Winning, a diferencia de Pasztory – quien reconoce vínculos con el elemento cocodrilo o el lagarto–, lo relaciona con la serpiente emplumada, una imagen ampliamente representada en Teotihuacan y que al parecer fue sustituida por Tláloc, al punto de que esta última se convirtió en la deidad teotihuacana por excelencia.

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           2) El complejo guerra-sacrificio. La larga vida de la cultura teotihuacana y su influencia en diferentes partes de Mesoamérica fueron posibles gracias a una jerarquía militarizada, misma que muestra de manera clara en las obras de arte. Esto se relaciona con la creación de un conjunto de imágenes que se ligan directamente con el papel que desempeñó el grupo de guerreros en Teotihuacan. Sus representaciones están acompañadas por instrumentos de naturaleza bélica, como armas de distintos tipos, lanzadardos, flechas y cuchillos curvos que en muchas ocasiones engarzan un corazón sangrante. A ellos se suman atributos pertenecientes al vestuario: cascos o yelmos y escudos. Las representaciones de este grupo abarcan también otro tipo de imágenes, entre las que se encuentran la lechuza y el llamado Tláloc- jaguar o Tláloc B. Este último comparte ciertos rasgos con el numen principal del dios de la lluvia, pero se distingue de él, entre otras cosas, porque presenta una lengua bífida que sustituye al lirio acuático.
         3) El complejo jaguar. Entre los animales que figuran en el repertorio iconográfico de Teotihuacan, el jaguar ocupa un lugar preponderante. Como bien lo anotó George Kubler, la imagen del jaguar permanece como símbolo de poder y realeza desde los tiempos olmecas hasta la conquista. Figura en la mitología y en las representaciones artísticas de casi todas las culturas mesoamericanas. Está asociado con las cuevas, con el sol del inframundo, con la noche y con la dirección astronómica del poniente.
         En la iconografía teotihuacana, se observa al jaguar relacionado con elementos de serpiente y de ave. Sin embargo, en la mayoría de sus representaciones, tanto zoomorfas como antropomorfas, la imagen del jaguar fue convertida en el signo “entrelace”, interpretado por Von Winning y otros autores como el glifo jaguar. Me refiero a las bandas entrelazadas que aparecen cubriendo su piel y que se muestran en la pintura mural, así como en la cerámica, como un elemento aislado de particular significación. Von Winning hace un valioso inventario de las representaciones del jaguar en Teotihuacan conocidas hasta el momento de aparición de su estudio, en donde identifica, de manera general, su significado.

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           4) El complejo fuego- mariposa. Otra de las imágenes de tradición teotihuacana es el llamado Dios Viejo del Fuego, vinculado con la mariposa a través de algunos de sus elementos diagnósticos. Von Winning analiza las representaciones de mariposas en pintura y cerámica y concluye que mientras su presencia en los murales tiene por naturaleza un carácter institucional, las figuras hechas en molde para ser aplicadas en los braseros pertenecen a la categoría de ceremonias seculares, puesta de manifiesto sobre todo en las costumbres funerarias. En éstas los símbolos de fuego se explican por la práctica de quemar copal. Así por ejemplo, la transformación del alma de los muertos es simbolizada por la peculiaridad de la mariposa de poder convertirse de ser terrestre a uno de naturaleza aérea.
          5) Complejo de la serpiente emplumada. Finalmente, Von Winning identifica como conjunto las representaciones de la serpiente emplumada, tan vinculadas a la larga historia de la ciudad. Metáfora en que se integran el cielo y la tierra para conformar una deidad creadora, Quetzalcóatl adquiere importancia en Teotihuacan a través de sus múltiples manifestaciones en pintura, cerámica y escultura, arte este último en el que alcanza una de sus máximas expresiones en los taludes y tableros del Templo de Quetzalcóatl. Su asociación con aspectos acuáticos, como gotas, conchas y caracoles, remiten a su vínculo con el agua y la vegetación, en tanto que la presencia de formas relacionadas con las cuentas del tiempo hace referencia a su naturaleza creadora, en virtud de que esas formas corresponden a las de un sistema calendárico.
          Las aportaciones de Von Winning incluyen el análisis de otras posibles deidades en el panteón teotihuacano, como son la llamada Gran Diosa, el dios gordo y el dios con máscara, entre otros.

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           Su trabajo presenta, además, una serie de consideraciones respecto a la evolución de elementos más sofisticados del discurso visual teotihuacano. De esta manera nos ofrece una detallada investigación sobre los diferentes signos que acompañan a los conjuntos antes mencionados, e identifica los glifos que forman parte de este particular lenguaje. Así organiza y describe los signos del agua, relacionados con el complejo del dios de la lluvia y del rayo; entre ellos enumera la estrella de cinco puntas, las corrientes de agua, las gotas y las volutas. El rombo, los maderos atados y las flamas figuran entre los signos del fuego, representativos del complejo del Dios Viejo del Fuego. Analiza asimismo el trapecio-ángulo o signo del año y la flor –al que denomina como signo cuadripartito–, las huellas o pisadas de pie y la rueda giratoria. Tras esta exposición, Von Winning estudia los elementos que también, a manera de signos, se asocian con la determinación de distintos rangos sociales. Finalmente presenta aquellas manifestaciones que pertenecen a un nivel más complejo en la estructura de la comunicación visual. Me refiero a lo que identifica como glifos, agrupación que en su estudio conforman el glifo del Tláloc- jaguar, el glifo ojoemplumado, el signo ojo , el glifo ojo de reptil y el glifo 4 signos .
          El amplio conocimiento del material que analiza, así como sus múltiples ejemplos de piezas que se encuentran en los acervos de distintos museos y colecciones privadas, permitieron que Hasso von Winning integrara en su estudio un corpuscasi completo del quehacer artístico de la cultura teotihuacana. A ello podemos sumar la calidad de los dibujos realizados por él mismo, lo que posibilita una apreciación clara de los aspectos más significativos de las obras. Descubrimos así al artista, al comunicador, al personaje que tras la creación de dichas obras, revela en el desarrollo de las formas y sus contenidos simbólicos, una parte esencial de su visión del mundo.

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           Su trabajo es resultado de un estudio sistemático, de importante alcance en lo que se refiere a la lectura de las imágenes que sustentan los principios del sistema de comunicación visual en Teotihuacan. Gracias a él podemos adentrarnos en una parte del pensamiento de aquellos que desarrollaron una de nuestras culturas antiguas más relevantes.
          Hoy en día el libro de Hasso von Winning está agotado y en prácticamente todos los textos que se aproximan al arte teotihuacano aparecen citas de él . Constituye una lectura reveladora y obligada para comprender de mejor manera a una sociedad que perduró por medio de sus manifestaciones plásticas.

* María Elena Ruiz Gallut es investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

1 Parte de este trabajo fue presentado en 1997 en el homenaje a Hasso von Winning que organizó El Colegio de Michoacán en Guadalajara, Jalisco.

Inserción en Imágenes: 30.04.10.
Foto del portal: Vaso decorado en plano-relieve. Santiago Ahuizotla. Según Von Winning, 1968, fig. 9.
Ilustraciones tomadas del libro La iconografía de Teotihuacan. Los dioses y los signos.




   
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