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Federico Castro

Alberto Dallal

El 25 de mayo de 2005 se llevaron a cabo las Jornadas del instituto de Investigaciones estéticas, presentaciones de los estados de avance de las investigaciones de la institución. Alberto Dallal explicó en qué consiste el proyecto “FADAFI: socialización del conocimiento y aprovechamiento de técnicas”, relativo a la historia de la danza en México. Los materiales en torno al coreógrafo Federico Castro que se ofrecen, son una muestra de este trabajo realizado por Dallal con la colaboración técnica de Berenice Robles.

Referencias

castroJosé Federico Castro Castillo. Conscientes de la necesidad de ampliar los conocimientos y los procesos de capacitación en torno a una técnica específica, los participantes más jóvenes del Movimiento Mexicano de Danza Moderna, 1940-1965 (es decir, la generación o, más bien, las generaciones que siguieron a la de Guillermina Bravo y Ana Mérida) se esforzaron por asimilar las enseñanzas de maestros mexicanos y extranjeros y, simultáneamente a sus notables trabajos como bailarines y coreógrafos, se convirtieron en excelentes maestros. Observaron la creciente exigencia del público de descubrir en el escenario bailarines profesionales, bien preparados, dueños de técnicas universales. Federico Castro es un ejemplo paradigmático de este fenómeno que incluye un protagonismo profesional en los tres niveles: bailarín, coreógrafo y maestro...
    Federico Castro nació en Acolman, Estado de México, el 30 de diciembre de 1933. Se graduó de maestro de enseñanza primaria en 1953. En 1951 recibió clases en el Ballet Nacional de México aunque ya había formado grupos de bailes populares y danza en la Escuela Normal para Maestros. En 1952 formó un grupo de danza estudiantil en donde se montaron obras de Rodolfo Arana (director del grupo) y en donde los integrantes recibieron clases de Waldeen y de diversos maestros... A partir de 1954 ingresó de lleno en el Ballet Nacional de México en donde recibió las enseñanzas de Carlos Gaona, Guillermina Bravo, Eva Robledo, Evelia Beristáin y Josefina Lavalle. En esta compañía comienza a impartir cursos de danza en 1959.
    En 1962 es el primer miembro del Ballet Nacional que viaja a Nueva York para recibir clases en la escuela de Martha Graham, en donde asiste a cursos intensivos. A partir de este año asiste regularmente, por veinte ocasiones consecutivas, a los cursos de invierno de la Escuela Graham. De 1973 a 1977 recibió, en la misma ciudad, clases de la técnica Limón-Falco -en la propia sede de la compañía de Louis Falco- y en el Ballet Nacional de México, lugar a donde maestros nacionales y extranjeros impartieron clases periodicamente. En su formación como bailarín y maestro y en los conocimientos de Federico Castro se hallan las enseñanzas de David Wood, Yúriko Kikuchi, Gene MacDonald, Bertrand Ross, Mary Hickson, Diane Gray, Helen McGee, Takako Asakawa, David Walker y Tim Wengerd (técnica Graham), Juan Antonio Rodea, Ranko Yokoyama, Alan Senner y William Gornel (técnica Limón-Falco), Xavier Francis y Bodyl Genkel (técnica propia)...
    Excelente maestro de la técnica Graham, Castro inició sus actividades docentes en 1959 y jamás las abandonó. Fue profesor de varias generaciones de bailarines en la Ciudad de México, en los estados de la República y en el extranjero; entre otros, de Antonia Quiroz, Miguel Ángel Añorve, Juan Antonio Rodea, Isabel Hernández y Victoria Camero.
    Se desempeñó como bailarín desde 1954 hasta su retiro como ejecutante en 1983; bailó en obras fundamentales de la danza moderna y de la danza.

Comentarios

Como la vida artística de otros bailarines paradigmáticos de la danza moderna-danza contemporánea mexicana (Cora Flores, Guillermo Keys Arenas, etc.), la de Federico Castro resulta el puente entre dos géneros dancísticos, como intérprete y como coreógrafo, y el puente entre el amateurismo y la profesionalidad entre varias generaciones de bailarines mexicanos y cubanos. Como Waldeen y Elena Noriega, resulta fiel y firme maestro de los artistas de la danza moderna y contemporánea de Cuba. Como coreógrafo, establece una impecable disciplina ante la estructuración formal y espacial de la danza contemporánea, aprovechando la expresividad de los bailarines mediante imágenes sugerentes y creativas.
    Excelentes y destacados ejecutantes como Antonia Quiroz, Miguel Ángel Añorve y Victoria Camero recibieron de este impecable coreógrafo la oportunidad de convertir sus bien dotados y capacitados cuerpos en entes creativos, gracias a las racionales y, a la vez, ingeniosas maniobras que les ofrecieron las estructuras coreográficas de Castro. Federico Castro fue, asimismo, el único artista-coreógrafo fiel “hasta morir”, incondicional de Guillermina Bravo y, lo que es más importante, del Ballet Nacional de México, tal vez porque tuvo el tino de diversificar sus acciones internas (bailarín, coreógrafo, maestro) y externas (tuvo su propio estudio de enseñanza durante muchos años), nacionales (jamás dejó de trabajar para otros grupos y compañías) e internacionales (viajó a Cuba sistemáticamente para ampliar sus mismas concepciones de maestro). Esta capacidad “exógena” le permitió airear sistemáticamente sus apetencias, proyectos y resultados dancísticos a pesar de permanecer en un sistema “endógeno” en el que pesaron la figura y las decisiones de Guillermina Bravo de manera contundente e ininterrumpida.

 



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO