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Gilberto Aceves Navarro

Louise Noelle*
noelle@servidor.unam.mx


Varios autores, Gilberto Aceves Navarro, CNCA-INBA, México, 2009.

George Kubler asegura en The Shape of Time (Yale, 1962) que una biografía es tan sólo una forma provisional de investigación, toda vez que la verdadera sustancia histórica se encuentra dentro de la relación que guarda la vida del artista con su propia época, así como dentro de las características de su conexión con el pasado y el futuro. Por lo tanto, queda entendido que una monografía sobre un artista es admisible siempre y cuando esté referida a su tiempo y a sus circunstancias. En el caso del libro Gilberto Aceves Navarro, que acaba de publicarse para apoyar, además, la exposición homónima que se ofreció en diciembre de 2008 a febrero de 2009, descubrimos no sólo la muestra retrospectiva de la obra de este artista sino su relación con la historia de la pintura de México y del mundo occidental, con lo que la condición de Kubler queda debidamente verificada.


      Para enfatizarlo hago referencia al discurso de ingreso a la Academia de Artes, “El arte de pintar”, del propio artista en su setenta aniversario, el 26 de septiembre de 2001. Efectivamente, en este importante texto, personal y autobiográfico en más de un sentido, nos revela cómo pudo acercarse al oficio de pintor después de una niñez y juventud llena de dudas, búsquedas y exploraciones. En este camino hacia su destino, Aceves Navarro reconoce una serie de influencias venidas de tiempos remotos, en particular desde el renacimiento: “Y buscando soluciones cayó en mis manos un librito, un tratado de la pintura, El libro del arte de Cennino Cennini… Para el capítulo veintisiete, explica el texto como debe uno de ingeniarse para ‘copiar’ de las obras de maestros bien elegidos: para ir más adelante, harás de esta manera, habiendo pasado ya algún tiempo en el dibujo como te dije arriba, sobre tablilla, ocúpate de en delante de copiar y calcar las mejores cosas que halles de mano de grandes maestros… Por ese entonces descubrí también un dibujo de Miguel Ángel Bounarroti…”; a la cita, Aceves Navarro agrega: “El renacimiento dota al espacio de esa nueva dimensión. Leone Battista Alberti describe en el célebre De pictura… Leonardo y su finestra (ventana), nos dan la oportunidad de volver al velo de Alberti y acordarnos de los preceptos de la proportion (proporción) de Alberto Durero; todos ellos instrumentos pre-fotográficos usados como apoyo y refuerzo en la consecución de una imagen más real, más próxima a la naturaleza, y en el caso de Durero y Hans Holbein más inclinada a una solución del contorno lineal…”
       Y el artista continúa sus revelaciones: “Nuevamente aparecieron algunos libros que me hicieron ver la luz; en ellos encontré a los grandes pintores venecianos Tiziano, Tintoretto, hasta el Greco, un gran grupo de locos enloquecidos con el color…” 


     A esta importante relación y reacción ante el pasado se agrega la de México en el siglo XX: “Un contacto que establezco por entonces con los maestros de la Escuela Mexicana, me inclina aún más a la solución lineal; los muralistas mexicanos, por las necesidades técnicas y de discurso buscaban una forma esquemática, rotunda y simple. Es Orozco, José Clemente, el que abandona más rápido esta manera, transformando sus primeros intentos casi botticelianos, hasta convertir su dibujo en algo altamente expresivo y feroz.” A través de estas líneas podemos inferir que en la obra de Gilberto Aceves Navarro la presencia de la generación de los muralistas se hace presente al igual que la de sus maestros en “La Esmeralda”: entre otros, Carlos Orozco Romero, Ignacio Aguirre o Isidoro Ocampo. Maestro él mismo, Aceves sabe relatar de manera ilustrativa y sabrosa muchos de los aspectos de su obra, de su profunda capacitación en numerosas técnicas pictóricas y muy interesantes pasajes de su propia biografía que explican su talento y creatividad. Además, sobreviene en sus afirmaciones, ¿por qué no?, la influencia mutua con algunos colegas.


      Resulta evidente, entonces, que en el campo de la historia del arte mexicano puede comprenderse que en el verdadero aporte creativo de Aceves Navarro, el aspecto formal, se hayan apoyados en una serie de conceptos teóricos. En el libro que reseñamos las teorías e ideas básicas quedan directa o implícitamente expresadas.
      En este sentido, me gustaría retomar una vez más las palabras del personaje que nos mira desde la portada de la publicación, y que parece decirnos: “Toda acción de dibujar conlleva explícitamente un sistema de conocimiento desarrollado, capaz de establecer sistemas de igualdad, congruencia y equivalencia de segmentos, ángulos y figuras. El dibujo gestual aparece como medio de personal introspección, descubridor del orden subjetivo de la persona que lo realiza; pero a medida que se repite, esta situación incontrolada nos lleva a esquemas arquetípicos, a conformaciones que nos unen con el sentido más atávico de nuestra cultura, con aquellos símbolos que son la clave de la ordenación de nuestra civilización… Además, es con un gesto que se empieza cualquier dibujo, es con un gesto que se hunde el pintor el vértigo del plano vacío, es con un gesto que se rompe el silencio del plano mudo, dueño de un equilibrio estático, y es con un gesto que hundido en ese vértigo prodigioso empiezo a conformar una nueva unidad.”


      Las secciones del libro cubren diversos aspectos de la obra de Aceves Navarro. Contribuyen a la ubicación histórica y plástica textos de Sergio Vela, María Teresa Franco, Roxana Velásquez, Luis Rius Caso, Luis Ignacio Sáinz y Miguel Ángel Echegaray. Se ofrece asimismo una diversa “antología de textos” y una cronología que explica por sí misma el ahínco y la perseverancia de uno de los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo XX en México: Aceves Navarro.
      En su texto “Utopía a la vista”, Luis Rius Caso nos indica las características de la exposición de Aceves Navarro montada a la par que la aparición del libro. Las “Reflexiones a partir del montaje de la Exposición” giran en torno a una condición fundamental del quehacer de Aceves Navarro: la producción de series, diecisiete en este caso, que le permitieron organizar las más de quinientas obras presentadas y el discurso museográfico en colaboración con Sergio Sánchez. En particular, me atrajo la definición del “yo expandido” que le permitió al autor explicar la riqueza y multiplicidad del autorretrato en este artista.
      Luis Ignacio Sáinz, por su parte, en “Las glosas nostágicas de Gilberto Aceves Navarro” retoma con acuciosidad la reflexión en torno a ciertas series que forjan su identidad como Autorretratos, Gordas en la playa, Luchadores o Monte Albán; además, nos dice que en estas acotaciones y continuidades pictóricas “la disposición del hacedor de imágenes y cuerpos queda marcada por una humildad en doble sentido”, su disciplina y la decisión de evadir formatos y técnicas en sus visitaciones al pasado, para lograr con ello “vasos comunicantes” de gran calidad y creatividad personal.


      Finalmente, Miguel Ángel Echegaray, en “El arte como tema”, retoma la idea del “arte y su devenir” en el que Aceves Navarro busca recrear, más allá de elementos y estructuras, el “entramado” mismo de la creatividad del otro que de este modo se vuelve suya. Así, pasa revista a una serie de exposiciones y obras que fueron fundamentales a lo largo de la vida del pintor, en especial Autorretrato fragmentado y la polémica obra Mi Juárez de todos los días.
      La “Antología de textos” complementa estos estudios, insertando atinadamente la opinión de importantes estudiosos del arte que se han ido produciendo en forma paralela a la producción de Aceves Navarro. La visión del momento, el análisis del quehacer en su tiempo preciso nos es ofrecida por Raquel Tibol, Teresa del Conde, Jorge Alberto Manrique, Fernando Gamboa, Juan Acha y muchos más como Berta Taracena, Lelia Driben o Carlos Blas Galindo. La Cronología que cierra la publicación muestra fehacientemente la elevada producción de este artista y su importantísima participación, por medio de exposiciones, en la vida cultural de nuestro país y su reflejo en el extranjero.

La calidad del diseño y la producción de este libro-catálogo, que recorre dibujos, tintas, pasteles y oleos a partir de 1963, deja constancia de una edición cuidadosa. En el recorrido de sus páginas, en secuencia o de maner aleatoria, se obtiene una operativa aproximación al trabajo tenaz y constante del pintor, un acercamiento a su dominio de las diversas técnicas en variados formatos, una percepción de la fuerza del color que no desmerece ante el solo uso de la tinta. Un arte eminentemente figurativo con personajes rotundos provenientes del pasado o de su presente inmediatamente futuro; figuras de colores inexistentes y a la vez de tonos audaces y sorpresivos, con el dibujo siempre subyacente y presente. Pero no hay que equivocarse, lo que vemos en este libro deberá servirnos tan solo de momento, de guía, de apoyo; nunca podrá remplazar el acercamiento, el análisis y el disfrute personal de la obra de arte, de las excelentes y emotivas obras en vivo de este artista.

* Louise Noelle es investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es autora, entre otros libros, de Teodoro González de León, la voluntad del creador (Somosu-Escala, 1994), Agustín Hernández (Gustavo Gili, 1995), Vladimir Kaspé, reflexión y compromiso (Universidad La Salle, 1995), Luis Barragán. Búsqueda y creatividad (UNAM, 1996). Su libro más reciente es Mario Pani (IIE-UNAM, 2008).

Inserción en Imágenes: 23.09.09.
Foto de portal: Gilberto Aceves Navarro, Yo a los 72 años, 2004.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO