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El coro de la Catedral de México

Martha Fernández*
marfer@servidor.unam.mx

El coro de una Catedral es el sitio donde los canónigos, clérigos y músicos se reúnen a cantar las alabanzas a Dios; por lo tanto, es la réplica terrena del lugar que ocupan los ángeles músicos y cantores en el cielo. Es un axis mundi, esto es, un sitio que une los tres niveles del universo: el cielo, la tierra y el infierno. Su puerta es también la puerta del cielo y, en consecuencia, un lugar de epifanía divina.
            En la tradición española, el coro se colocaba en la nave mayor: entre la puerta del Perdón y el altar mayor. De acuerdo con Magdalena Vences, esta ubicación deriva de los coros de las iglesias de las catacumbas y de las basílicas romanas. (1) Simbólicamente, imita el Templo de Salomón, al dividir el espacio en tres secciones, de acuerdo con su grado de santidad: ulam o vestíbulo, hekal o cuerpo de la nave y debir o Sanctasantorum, o sea, el presbiterio de toda iglesia cristiana.
            El coro de la Catedral de México ha tenido esa ubicación, ese objetivo y ese significado simbólico a lo largo de su historia. La sillería que conocemos es heredera de otras que se realizaron desde el siglo XVI para el máximo templo de la Nueva España. La primera se fabricó para la primitiva catedral de México; fue contratada en 1561 al carpintero Mateo Paredes. La segunda, de 1585, se encargó al escultor Juan Montaño y al ensamblador Adrián Súster, quien la trasladó al templo actual entre 1601 y 1602. Esta sillería fue sustituida por la que realizó el escultor Juan de Rojas de 1695 a 1697,(2) la cual permaneció en la Catedral hasta el 17 de enero de 1967, cuando un incendio la consumió.

            La sillería, de madera, como todas las que se fabricaron en la Época Virreinal, tenía cuarenta y cuatro sitiales bajos y cincuenta y nueve altos; estos últimos lucían tableros, limitados por columnas salomónicas, al centro de los cuales se abrían relieves con las imágenes de diversos santos y ángeles; al centro, se encontraba San Pedro, fundador de la Iglesia Cristiana, con la tiara papal, flanqueado por dos ángeles. Del incendio apenas sobrevivieron doce tableros y algunos ornamentos de los sitiales. Existen muchos testimonios fotográficos de lo que fue esa sillería, gracias a los cuales pudo ser reconstruida. Ésta, que puede considerarse la cuarta sillería de coro de la Catedral de México, fue realizada imitando la de Juan de Rojas de 1978 a 1982 por el arquitecto Miguel Ángel Soto, tal como consta en la inscripción del respaldo del sitial de San Pedro.
            Pero no sólo los sitiales del coro sufrieron daños en el incendio; también se afectó el facistol, realizado en Filipinas en 1762 y atribuido a José de Núñez. Asimismo de Filipinas es la magnífica reja que da acceso al espacio coral; fue diseñada por Nicolás Rodríguez Juárez en 1722 y su factura se encargó a Macao, China; el ensamblador Jerónimo de Balbás la armó y la adaptó al espacio de la nave mayor y se estrenó en 1730. Como remate del paño frontal del coro, sobre el sitial de San Pedro, se encontraba un Apocalipsis del pintor Juan Correa, quien, al parecer, ya lo había contratado en 1684, la cual fue igualmente consumida por el fuego.
            Los órganos, indispensables en todo templo cristiano, también se vieron seriamente afectados con el incendio. Fueron realizados en diferentes épocas: el del lado oriente fue fabricado en España por Jorge Sesma en 1688 e instalado en la Catedral de México en 1695. El del lado poniente fue realizado por José Nasarre en 1735. Su restauración se inició en 1977 y se concluyó en 1986.(3)
            El piso, de marquetería, como se usaba en espacios especialmente importantes, también tuvo que ser restaurado; “… la marquetería antigua en parte carbonizada, se unió perfectamente con las partes nuevas que se hicieron de madera de bálsamo y tapincerán en un chapeo de laminilla de un milímetro.”(4)


            Tres fotografías de Rodrigo Moya muestran el coro de la Catedral, antes y después del incendio. Antes, la sillería con sus tableros tallados: las columnas salomónicas, las figuras de los santos y los ángeles; los motivos ornamentales entrelazados. Mientras que los descansa-brazos de los sitiales lucían interesantes juegos de ménsulas y roleos que bajaban en cascada hasta el elegante piso de madera. Las dos imágenes que muestran la destrucción que dejó el incendio sobrecogen por su dramatismo. La de la sillería deja ver tableros enteros desaparecidos, sitiales destruidos y ménsulas convertidas en ceniza: queda el armazón desvencijado y el recuerdo calcinado de la imagen de San Pedro.
            La otra fotografía muestra el facistol, negruzco, sin los libros de coro y sin las esculturas de marfil que antes luciera. Al fondo, una nave procesional del templo se deja ver en medio de una reja retorcida que debió corresponder a una parte de la sillería y su remate, los cuales, calcinados, se acomodan dispersos alrededor del que fuera un magnífico mueble filipino.
            Estas fotografías ponen en relieve el magnífico trabajo de reconstrucción que llevó a cabo el arquitecto Miguel Ángel Soto en el coro de la Catedral de México, pues gracias a ellos nos podemos aproximar a la obra del artista virreinal Juan de Rojas, al mismo tiempo que podemos admirar el estupendo trabajo de talla en madera que todavía se realiza en México, al menos en el talle del arquitecto Soto.  

*Martha Fernández es investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es autora, entre otros libros, de Cristóbal de Medina Vargas y la arquitectura salomónica en la Nueva España durante el siglo XVII, editado por el IIE.

Inserción en Imágenes: 14.04.08
Foto de portal: Rodrigo Moya. Fragmento de la sillería del coro de la Catedral de México.

 



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO