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rastros

Imaginaciones urbanísticas y proceso reconstructivo en Lima y Callao (1746-1761)

Isaac D. Sáenz*
isaacsaenz@yahoo.es

Introducción

Mientras el sismo de 1746 en el Perú fue para unos –ciertas comunidades religiosas– el punto de partida de un ciclo de castigos, así como un espacio de manifestación de premoniciones que señalaban la inminente destrucción de la ciudad de Los Reyes (Walker, 2004), para otros –autoridades y funcionarios– constituyó una oportunidad para formular  propuestas alrededor de la recuperación de la capital peruana y su puerto.
           En la más reciente década la literatura especializada se ha ocupado de los procesos de crisis y desastres que sobrevinieron tras la ocurrencia de fenómenos sísmicos; se ha examinado la capacidad de respuesta de la población y sus autoridades, con particular incidencia en el proceso de recuperación de Lima y Callao después de 1746. (1)

           Una perspectiva menos estudiada de los desastres tiene que ver con el análisis de las visiones y los imaginarios detrás de las propuestas en torno a la recuperación social y material de la ciudad. Los desastres, particularmente en su fase de normalización, constituyen un escenario privilegiado para el estudio de los imaginarios en torno a la reconstrucción urbana. (2) En este sentido, nos interesa analizar el proceso reconstructivo no sólo como un eficaz laboratorio de realizaciones urbanísticas sino también como un espacio de generación de propuestas alrededor del (re)ordenamiento físico y administrativo de la urbe y su territorio. El propósito de este ensayo es examinar las relaciones entre proceso reconstructivo e imaginaciones urbanísticas en torno al evento sísmico de 1746, durante el gobierno del virrey Manso de Velasco.

1.  Sismos y legislación indiana

Durante el siglo XVIII funcionarios, técnicos e intelectuales se interesaron, a diferencia de los cronistas de los dos siglos anteriores, por registrar detalladamente los fenómenos sísmicos y sus consecuencias en torno a Lima y el puerto del Callao, además de las conmemoraciones acaecidas alrededor de ellos (cuadro 1).

Cuadro 1
Sismos en Lima y Callao. Siglos XVI al XVIII

Sismo Suceso Conmemoración
9 de julio de 1586 Intenso. “Se cuenta con el numero de los mas notables” Día de la Visitación de Santa Isabel
27 de noviembre de 1630 Intenso. “…produjo grande estrago y se temió su total ruina” Nuestra Señora del Milagro
20 de octubre de 1687 Intenso. Dos sismos seguidos de un maremoto que afectó el Callao. Nuestra Señora de Las Lágrimas
28 de octubre de 1746 Intenso. Destrucción de Lima y el puerto, que sufrió además una inundación Santos Apóstoles San Simón y San Judas
   Fuente: Ulloa, 2002 (1748): tomo II, 87-88.

            La Corona se encontraba al tanto de las crisis desatadas en la América hispana después de eventos naturales extraordinarios, tales como sismos y tsunamis, así como del subsiguiente proceso reconstructivo, incluyendo el frecuente abandono de las ciudades. Sobre estos aspectos se ocuparon los cronistas al describir los temblores que afectaron a Lima y a su puerto desde el siglo XVI. Los cuestionarios preparados por la Academia de la Historia, en su calidad de Cronista Mayor de Indias, incidieron asimismo en el registro de este tipo de sucesos.
            La legislación indiana se interesó desde tiempos tempranos por una localización adecuada de villas y ciudades, dejando entrever su preocupación por el emplazamiento de este tipo de poblaciones en áreas vulnerables como el litoral, por lo que se opuso a su ocupación con fines residenciales. Las Nuevas Ordenanzas de 1573entendían a los sitios bajos como lugares enfermos y preferían un uso exclusivamente portuario (Solano, 1996: vol. 1, 201). En el caso del Callao, la vulnerabilidad física estaba representada por su proximidad al mar y la ocurrencia periódica de tsunamis y temblores; este último fenómeno incluía también a Lima. Junto a estos factores naturales, el potencial ataque de corsarios estaba presente en el imaginario social, así como en la legislación indiana. Peligro y proximidad marítima constituían aspectos estrechamente relacionados en la Recopilación de Solórzano y Pereira (Solórzano, 1945: tomo I, 69-71).
            A diferencia del Callao, la ciudad de Los Reyes se ajustaba sin mayores inconvenientes a la legislación en términos de localización. Sin embargo, algunos cronistas y autoridades consideraban nocivo su emplazamiento, por situarse en un llano, lejos de la brisa saludable del mar, rodeado de cerros que dificultaban su adecuada ventilación. Este argumento fue esgrimido a propósito de la propuesta de traslado de la capital a un lugar más alto, lo cual fue bien visto por el matemático Luis Godin, el Cabildo y la Audiencia de Lima.

2. Una ciudad inexpugnable: la visión del cosmógrafo Pedro de Peralta

La reconstrucción de Lima y su puerto fue un proceso que se alimentó de diversas visiones, involucrándose en ello planteamientos de autoridades, funcionarios reales y académicos.  Uno de los intelectuales más influyentes de la sociedad colonial peruana, Pedro de Paralta y Barnuevo (1663-1743), contribuyó con este corpus discursivo, centrándose en aspectos defensivos. Durante su vida fue testigo de las aparatosas consecuencias del sismo de 1687 en Lima, así como del pánico de sus habitantes frente a un eventual ataque de corsarios y la subsiguiente construcción de la fortificación capitalina. Estas circunstancias estuvieron presentes en el desarrollo de sus trabajos y proyectos.


            Entre otras facetas, Peralta y Barnuevo se desempeñó como Ingeniero General durante el gobierno del Obispo de Quito; además, fue cosmógrafo, cartógrafo, matemático y especialista en arquitectura militar. Entre sus proyectos se encuentra el diseño de las obras de defensa de las murallas del Callao frente al empuje del mar, el levantamiento cartográfico del valle de Lima y el litoral, la determinación de la longitud de ciudades como Cartagena y La Habana a partir de mediciones astronómicas, así como el plan de defensa de Lima y Callao, vertido en Lima inexpugnable (1740). Éste constituye uno de los textos más ricos sobre planteamientos urbanísticos, enfocado desde el punto de vista defensivo. En el documento Peralta expone sus ideas sobre cómo debía (re)construirse Lima, según principios de arquitectura militar.
            Si bien el sismo de 1746 tuvo lugar pocos años después de la muerte de Peralta, las visiones sobre la reconstrucción de Lima coincidieron ampliamente con los planteamientos esbozados en Lima inexpugnable, por ejemplo, respecto de la fortificación del Callao, además del proyecto de ciudadela en Lima, que en buena medida se vincula al planteamiento del matemático Godin.
            La propuesta de Peralta demuestra hasta qué punto se encontraban imbricados aspectos urbanísticos y militares durante el siglo XVIII. Una ciudad segura fue la primera condición que autoridades y habitantes propugnaron, empleándose amplios recursos en dotar a las ciudades de una arquitectura defensiva moderna. Los tratados de arquitectura militar se interesaron por las formas de construir ciudades fortificadas, a partir de la implementación de un complejo sistema de infraestructura.
            En materia urbanística, la propuesta de Peralta buscaba introducir en el Perú el artefacto ideal de fortificación: la ciudadela, vista como un sistema defensivo inexpugnable, un modelo militar absoluto que sedujo a gobernantes e ingenieros desde el siglo XVI, tras su edificación en Turín y Amberes y que muy pronto se extendió a toda Europa (Dufour, 1991: 126).
            Peralta adaptó los objetivos de las ciudadelas europeas a las necesidades defensivas de Lima. Entendió que la ciudadela permitía una rápida construcción en caso de emergencia, dirigiendo hacia ella las riquezas de la ciudad, además de proveer un espacio de ejercicio de las milicias y los artilleros. Sobre todo, una ciudadela significaba abastecer a la capital de un sistema de fortificación permanente e inexpugnable.
            Peralta proponía construir una ciudadela en Lima, de planta hexagonal o “hexágono real” de 1226 varas de diámetro, utilizando los adobes de sus propias murallas que, entendía, carecían de utilidad defensiva por no sujetarse a los principio de la arquitectura militar y que resultaban nocivas para la salud de los vecinos, pues les “quitaba la ventilación”, sirviendo apenas como una cerca.

3.  La imaginación urbanística de Godin

Luis Godin (1704-1760) llegó al Perú con la expedición dirigida La Condamine, con el propósito de realizar mediciones geodésicas en la Audiencia de Quito. Tras de concluir el proyecto, Godin se estableció en Lima, siendo convocado como Catedrático de Prima de Matemáticas de la Real Universidad de Lima, además de desempeñarse como Cosmógrafo Mayor del Reino, dos de los más altos cargos en términos científicos y académicos que alguien podía ocupar en el virreinato peruano. Godin prestó servicios a la autoridad virreinal; fue reconocido, en su calidad de matemático, como una autoridad científica. El virrey Manso de Velasco le encomendó el proyecto de defensa militar y de reconstrucción de Lima y el Callao tras el sismo de 1746.
            Godin acató las disposiciones del Virrey y elaboró un proyecto de reconstrucción para Lima, el cual fue presentado en noviembre de 1746. En él recomendaba abandonar la capital y construir una nueva ciudad, cuya ubicación se encontraría al Este de Lima, en el paraje de Santa Inés, donde se edificaría una ciudadela con fines exclusivamente militares. Godin argumentaba que debido al nivel de daños de los edificios de la ciudad y al colapso de los muros y baluartes de la fortificación limeña, era preferible erigir una ciudad ex novo.


            Al igual que en el caso del Callao, Godin no creía en la posibilidad de recuperar la ciudad. No obstante, si se respetaba su asiento original, pedía que se demolieran todos los edificios, laicos y religiosos, que amenazaran con desplomarse y que se recogieran los desmontes dentro de los solares para que se terraplenaran, sirviendo de base para nuevos edificios. Asimismo, sugería la implementación de medidas que permitieran afrontar de mejor manera un nuevo evento sísmico, como la supresión de las viviendas altas, el ensanche de las calles y el diseño de sección circular de las esquinas como en la ciudad de Palermo. (3) Estas propuestas requerían una mayor extensión del suelo urbano que, según su punto de vista, se conseguiría al demoler las murallas y ocupar los terrenos inmediatos a la ciudad.
            Godin consideraba, al igual que las autoridades, que debían priorizarse los objetivos defensivos en la recuperación de Lima, al construir una estructura inexpugnable de manera similar al planteamiento adoptado en el Callao. Para ello se planteó edificar una ciudadela, coincidente con la propuesta de Peralta. Godin consideraba la seguridad como un objetivo central de la nueva ciudad, la cual debía diseñarse en forma de un paralelogramo perfecto y extenderse desde la ribera del Río hasta las haciendas del Pino, de la Pólvora y siguientes. Las calles y las manzanas debían observar regularidad en planta y alzados y los edificios “unas mismas mensuras”.
            Godin propugnaba por una solución racional y matemática en términos constructivos frente a los efectos de los sismos. Por ejemplo, propuso proporciones exactas entre la altura de los muros y el ancho de las calles; alturas máximas de muros de viviendas, conventos y edificios administrativos; la demolición del segundo nivel de las viviendas; el uso de quincha y madera en las edificaciones elevadas, ente otras disposiciones, que el virrey Manso elevó al rango de ordenanzas.

4. La recuperación del puerto: el Nuevo Callao y  San Fernando de Bellavista

Alain Musset ha señalado los diferentes caminos que tomaron los procesos de recuperación de las ciudades hispanoamericanas tras fenómenos naturales peligrosos (sismos, erupciones volcánicas, tsunamis). Entre ellos, la refundación de ciudades, el abandono del paraje original, el traslado del asentamiento y su reedificación (Musset, 1996). Este fue el camino seguido en el Callao y donde jugó un papel central el propio virrey Manso.

            Antes de su llegada a Lima, Manso de Velasco había sido testigo de eventos sísmicos durante su gestión como Presidente de la Audiencia de Chile, como ocurrió en Valdivia (1737), interviniendo activamente en su recuperación. Asimismo, había trabajado en la fundación de ciudades, fortificación de puertos, organización de milicias, además de trabajos de rehabilitación de caminos y otras obras de infraestructura civil y militar. Manso comprendía la importancia de vincular políticas defensivas y ordenamiento del territorio. Su trayectoria en Chile, junto a su formación y experiencia militar, dibujó su imaginación en términos urbanísticos y territoriales, trasladando esta experiencia a la recuperación de Lima  y Callao.
            El colapso del puerto fue una coyuntura favorable para plasmar algunas de las ideas que tenían autoridades, funcionarios y técnicos, junto al Virrey, sobre el ordenamiento del puerto, incluido su emplazamiento ideal, que iban desde planteamientos técnicos hasta propuestas visionarias. Lo anterior constituyó una buena oportunidad para acercar el ordenamiento portuario a la legislación indiana que proponía exclusivamente actividades mercantiles y defensivas en torno a este ámbito. El virrey Manso organizó la reconstrucción del Callao de acuerdo a este principio. Por un lado, propuso la recuperación de las bodegas de particulares al fundar la Nueva Población de Bellavista a un cuarto de legua de la antigua plaza y, por otro, la reedificación de los almacenes reales que revertió en la construcción del Real Felipe.
            El Real Felipe fue concebido propiamente como una ciudadela, una ciudad militar con una vocación autosuficiente. Incluía un conjunto de recintos como la Casa del Gobernador, iglesia, almacenes, cuarteles cuyo centro geométrico estaba representado por la Plaza de Armas, considerando un abastecimiento eficiente de agua y alimentos. Este sentido de autosuficiencia hablaba del escaso interés de diálogo de las nuevas infraestructuras con el entorno natural, producto de la militarización del espacio litoral.

4. La recuperación del puerto: el Nuevo Callao y  San Fernando de Bellavista

Alain Musset ha señalado los diferentes caminos que tomaron los procesos de recuperación de las ciudades hispanoamericanas tras fenómenos naturales peligrosos (sismos, erupciones volcánicas, tsunamis). Entre ellos, la refundación de ciudades, el abandono del paraje original, el traslado del asentamiento y su reedificación (Musset, 1996). Este fue el camino seguido en el Callao y donde jugó un papel central el propio virrey Manso.
            Antes de su llegada a Lima, Manso de Velasco había sido testigo de eventos sísmicos durante su gestión como Presidente de la Audiencia de Chile, como ocurrió en Valdivia (1737), interviniendo activamente en su recuperación. Asimismo, había trabajado en la fundación de ciudades, fortificación de puertos, organización de milicias, además de trabajos de rehabilitación de caminos y otras obras de infraestructura civil y militar. Manso comprendía la importancia de vincular políticas defensivas y ordenamiento del territorio. Su trayectoria en Chile, junto a su formación y experiencia militar, dibujó su imaginación en términos urbanísticos y territoriales, trasladando esta experiencia a la recuperación de Lima  y Callao.
            El colapso del puerto fue una coyuntura favorable para plasmar algunas de las ideas que tenían autoridades, funcionarios y técnicos, junto al Virrey, sobre el ordenamiento del puerto, incluido su emplazamiento ideal, que iban desde planteamientos técnicos hasta propuestas visionarias. Lo anterior constituyó una buena oportunidad para acercar el ordenamiento portuario a la legislación indiana que proponía exclusivamente actividades mercantiles y defensivas en torno a este ámbito. El virrey Manso organizó la reconstrucción del Callao de acuerdo a este principio. Por un lado, propuso la recuperación de las bodegas de particulares al fundar la Nueva Población de Bellavista a un cuarto de legua de la antigua plaza y, por otro, la reedificación de los almacenes reales que revertió en la construcción del Real Felipe.
            El Real Felipe fue concebido propiamente como una ciudadela, una ciudad militar con una vocación autosuficiente. Incluía un conjunto de recintos como la Casa del Gobernador, iglesia, almacenes, cuarteles cuyo centro geométrico estaba representado por la Plaza de Armas, considerando un abastecimiento eficiente de agua y alimentos. Este sentido de autosuficiencia hablaba del escaso interés de diálogo de las nuevas infraestructuras con el entorno natural, producto de la militarización del espacio litoral.


            El diseño del puerto evidenció asimismo las ideas que las autoridades tenían respecto de las relaciones entre infraestructura y medio natural. Las autoridades vieron al mar como un espacio peligroso, ámbito de corsarios y proclive a tsunamis y, por lo tanto, un espacio que debía evitarse o del cual había que defenderse permanentemente. Desde esta perspectiva, las autoridades procuraron: 1) situar el nuevo centro urbano lejos de las costas e 2) intensificar el resguardo del litoral, extendiendo el sistema defensivo más allá del puerto al incorporar las costas, playas adyacentes y promontorios del valle de Lima al sistema de defensa.
            El emplazamiento de una plaza retirada de la playa era una necesidad latente al requerir constantes trabajos de rehabilitación a causa del embate del mar. Peralta había señalado las deficiencias del emplazamiento y de las murallas del Callao. Más tarde, Jorge Juan y Antonio de Ulloa también sugirió el traslado del Callao a un nuevo paraje, con el argumento de ahorrarle recursos al Estado. Godin, por su parte, estaba de acuerdo en construir una nueva plaza, una fortificación alejada del mar que defendiera al puerto y que estuviera comunicada con él por medio de un canal.
            El proyecto de Bellavista vino a solucionar el problema de vulnerabilidad técnica del puerto, a la vez que se situaba en un amplio programa de revitalización y regeneración del territorio colonial (Oliveras, 1998), constituyendo una propuesta pionera en el espacio peruano. Propiamente, las Nuevas Poblaciones tuvieron su punto de inicio en la colonización de Sierra Morena bajo la dirección de Pablo de Olavide, varios años después. Bellavista incorporó los principales ejes de la propuesta de Olavide en Andalucía: reordenamiento y revitalización del territorio, limitación de la participación de órdenes religiosas, promoción y fomento de actividades económicas, aprovechamiento de las ventajas comparativas del emplazamiento y recursos disponibles, entre otros elementos.
            Bellavista, como las demás ciudades establecidas bajo el marco reformista de las Nuevas Poblaciones, buscó reproducir el ordenamiento físico de las primeras ciudades coloniales. Su trazado repitió algunos rasgos del urbanismo del siglo XVI, estipulados en las Nuevas Ordenanzas de Felipe II de 1573. Básicamente, 1) la adopción de una trama reticular y 2) la organización espacial a partir de una plaza regular central, donde se ubicaba la Iglesia Parroquial y demás edificios públicos. Este ordenamiento se inscribía en un nuevo discurso: el control social de la plebe, calzado con la crítica ilustrada que propugnaba una racionalidad geométrica que debía ordenar tanto las calles como a sus habitantes.


            El trazado del Nuevo Callao implementado por Manso propugnaba asimismo por una visión ilustrada, laica y racional, donde se limitaba la participación de las órdenes religiosas y se privilegiaba un ordenamiento matemático, de acuerdo con los principios de la arquitectura militar. De acuerdo con esta visión, el Virrey prohibió expresamente la construcción de monasterios por parte del clero regular, a la manera de Bellavista. Se argumentaba que las órdenes mendicantes, además de constituir un gasto para el erario, dilatarían las obras de fortificación, constituyéndose en un estorbo para la defensa (Sáenz, 2005a: 140).

5. Epílogo

El proyecto de reconstrucción de Lima pudo implementarse tras un intenso debate que evidenció las tensiones entre dos visiones contrapuestas. Por un lado, quienes sólo aceptaban cambios moderados y entendían la ciudad como una suma de inversiones que valía la pena conservar; por el otro, Luis Godin, quien esgrimiendo los mismos objetivos que sus contrarios –seguridad y orden– y siguiendo los lineamientos propuestos previamente por Peralta, buscaba un ordenamiento ilustrado de la manufactura urbana. Se trataba, pues, de visiones discordantes que iban desde posiciones conservadoras por parte de la nobleza limeña, hasta visiones utópicas propias de la ilustración, esgrimidas por Godin, como por ejemplo refundar la ciudad.
            Los recursos limitados de una ciudad en crisis jugaron a favor de optar por la reconstrucción de la ciudad sobre su trazado primigenio; resultaba una mejor alternativa frente al planteamiento refundacional de Godin. No obstante, el Virrey, adoptando los planteamientos de Godin, dispuso entre otras medidas derribar los altos de las casas limeñas que habían quedado en pie. Según el Cabildo, las viviendas involucradas en la normativa llegaban a un número aproximado de trescientas. Los patricios limeños, potencialmente afectados, impidieron el cumplimiento de la disposición apelando a las máximas instancias; finalmente, consiguieron la revocación de la ordenanza del Virrey (Pérez-Mallaína, 2005).


            En el Callao no hubo lugar para cirugías urbanas; el impacto del sismo apenas dejó huella, levantándose una nueva ciudad militar sobre los rastros y vestigios de una antigua urbe mercantil y portuaria. En este caso, la visión utópica de virreyes, marinos y funcionarios de construir una urbe segura y articulada al circuito mercantil no tuvo muchos opositores, dado el estado del puerto. Paradójicamente, el reordenamiento concensuado del Callao constituyó sólo un proyecto parcial y momentáneamente exitoso. En términos prácticos, muy pronto se inició un proceso de reocupación del entorno marítimo, patrón de larga data y que en buena medida a principios del siglo XIX había recuperado sus características anteriores al evento de 1746.

Inserción en Imágenes: 13.12.07.
Foto de portal: puerto del Callao.



   
Instituto de Investigaciones Estéticas
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO