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Famoso bisonte se escapó de noche

Carlos Lozano Ascencio*
carlos.lozano@urjc.es



La noticia

Varios vecinos de la localidad de Santillana del Mar, Cantabria, declararon haber visto por las inmediaciones de la ciudad la imagen de un animal muy parecido a un toro. Estos testimonios se realizaron justo la noche en la que la gente celebraba varias cosas: el inicio de las vacaciones de Navidad de 2010, la entrada astronómica del invierno y la euforia por haber ganado un “piquito” en el Gordo de la lotería nacional, que ese año estuvo muy repartido. Unos turistas italianos aseguraron haber visto a lo lejos que una bestia de colores ocres corría muy deprisa por los montes cercanos. Por su parte, los miembros de una familia de Murcia, de vacaciones en el Parador de Turismo, afirmaron que el bisonte de cabeza encorvada estaba quieto en la mitad de la carretera y que, después de un sonoro mugido, se volvió a perder en el bosque. No faltaron las declaraciones de algunos universitarios, avezados al alcohol y los deportes de alto riesgo, que aseguraron haber corrido delante de aquellos pitones rupestres por las calles empedradas de Santillana del Mar, emulando la calidad de cualquier encierro pamplonés. La noticia también corrió por todos los bares del casco antiguo, e interesó de igual manera a oriundos y turistas, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, tanto a los que insistían pertinazmente en prohibir jurídicamente la fiesta de los toros en toda las plazas de España, como a los que entendían que la tauromaquia debería ser declarada patrimonio cultural intangible. El tema recurrente en aquellas acaloradas discusiones era que la cueva de Altamira seguiría cerrada al público.

El problema

A mediados de diciembre de 2010 el Patronato de la famosa cueva rupestre había desaconsejado abrirla al público, pese a que se había pronunciado a favor de establecer las condiciones de máxima accesibilidad que garantizarían la sostenibilidad de la gruta. El Patronato debatió entre las dos posiciones enfrentadas: por un lado, los científicos del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), contrarios a la apertura, puesto que para ellos la única garantía de conservación de las pinturas consistiría en mantener la cavidad sin visitas públicas y con la menor carga posible de visitas científico-técnicas (prácticamente las mismas conclusiones que propiciaron su primer cerramiento, en 1977); por el otro lado, el gobierno cántabro, comerciantes y hosteleros de la región, quienes han apelado al enorme reclamo turístico de Altamira y evidenciado que la réplica de las cuevas se ha quedado como una atracción insuficiente. Se refieren al Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, inaugurado en 2001, y que en su interior se encuentra la llamada “Neo-cueva de Altamira”, la reproducción más fiel que existe de la original y muy similar a como se conocía hace 15 000 años. Ahora la moneda vuelve a estar en el aire, pues el Patronato, apoyado por el Ministerio de Cultura, aboga por crear un nuevo grupo internacional de expertos, que incluiría representantes de la UNESCO, y que durante 18 o 24 meses de trabajo fuese capaz de elaborar un nuevo informe técnico que aconseje finalmente su reapertura al público, preservando, eso sí, todas las medidas de sostenibilidad y conservación.

“En los últimos cuatro años, de 2007 a 2010 —comenta el Diario montañés de Cantabria en su edición digital del 12 de febrero de 2011—, la cueva de Altamira recibió a 155 visitantes que permanecieron dentro de la cavidad un total de 461.61 horas, el equivalente a 57.6 jornadas laborales de ocho horas. Todas fueron personas relacionadas con la investigación y conservación de la cavidad que ni siquiera llegaron a estar, en promedio, dos horas. En su página web —continúa el diario cántabro—, el Museo de Altamira informa que no se atenderán peticiones de visita a la cueva por ningún canal durante los próximos meses”.

El precedente

El bisonte fugado, a pesar de haber sido un morador habitual en esta región, en realidad fue creado por unas habilidosas manos que sabían mezclar los pigmentos minerales con la grasa animal y que sabían aprovechar el relieve natural de las rocas para producir un efecto de volumen y movilidad. Aquel bisonte nació con grandes dotes de expresividad que permanecieron a oscuras por lo menos durante 150 siglos.
La cueva de Altamira fue descubierta en 1868 por un cazador de la zona. Entonces, no supuso ninguna novedad. Fue en 1879, cuando el paleontólogo Marcelino Sanz de Sautuola visitó la cueva por segunda ocasión. Se cree que el investigador tenía la intención de excavar la entrada de la cueva en busca de algunos restos de huesos y sílex, pero en realidad fue su hija María, de 9 años, quien se aventuró a entrar con una linterna en mano. Se encontró con unas pinturas en el techo y corrió a decírselo a su padre. La primera mirada científica de las pinturas rupestres se hizo en 1880, fecha en la que Sanz de Sautuola publicó sus “Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos”, en donde planteaba el origen rupestre de la pictografía encontrada en la cueva. Las ideas de este investigador santanderino no fueron aceptadas por los paleontólogos más respetados y eruditos de la época, que llegaron a sugerir que el propio Sautuola era quien había pintado las paredes de la bóveda.

Émile Cartailhac, uno de los mejores especialistas en paleontología de la época, negó la autenticidad de las pinturas y abanderó una oposición pertinaz a las aportaciones del científico español. Sin embargo, las tesis que defendían el origen rupestre de las pinturas de Altamira acabaron por abrirse paso en congresos y academias. Finalmente, Cartailhac reconoció su equivocación y rectificó; de hecho, se tiene constancia de que cada vez que visitaba la cueva pasaba antes a saludar a doña María, la niña que un día de verano, asombrada, señaló al padre aquellas pinturas trazadas en el techo de la caverna.
A la civilización moderna le costó mucho tiempo y esfuerzo reconocer la identidad prehistórica del bisonte encogido; es más, pasaron casi cuarenta años, después de haber sido descubierta la cueva de Altamira, sin que se diseñara ningún proyecto de cerramiento ni de sostenibilidad, puesto que nadie, ni siquiera los científicos de la época, le daban autenticidad prehistórica al arte impregnado en esas oscuras paredes.
Entre los años sesenta y setenta del siglo XX las cuevas tuvieron una gran afluencia (descontrolada) de visitantes. Los técnicos se dieron cuenta de que la masiva presencia del ser humano alteraba el estado natural de las pinturas, por lo que decidieron cerrarlas a los turistas entre 1977 y 1982. A partir del año de los mundiales de futbol en España se permitió el acceso restringido. Los más interesados se anotaban en una lista que demoraba más de un año en conceder la visita. En 2001 se construyó la réplica para intentar sustituir, de alguna manera, la autenticidad del entorno natural, y aunque dicha simulación recreativa sigue abierta hasta nuestros días, las cuevas originales volvieron a cerrarse en el año 2002 y así siguen hasta la fecha. Ahora, nadie sabe con exactitud hasta cuándo las volverán a abrir al público.

La cronología

Año Hecho

Hace 15 000 años

Unas manos habilidosas pintan el techo de la cueva.

1868

Un cazador de la zona descubre la cueva.

1879

La hija de Marcelino Sanz de Sautuola descubre las pinturas.

1880

Sanz de Sautuola publica sus “Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos”.

1888

Muere Marcelino Sanz de Sautuola.

1902

Reconocimiento científico de la autenticidad rupestre de las cuevas.

1977

Primera clausura al público.

1982

Reapertura controlada con listas de espera.

2001

Construcción de la réplica llamada “Neo-cueva de Altamira”.

2002

Segunda clausura al público que permanece vigente hasta la fecha.

2010

El Patronato mantiene el cierre y se crea un nuevo grupo internacional de expertos que decidirá el destino de la cueva de Altamira en un plazo máximo de dos años.

El desenlace

El bisonte de la cueva fue concebido para ser contemplado por los seres humanos, y es precisamente la contemplación presencial de los humanos lo que lo pone en peligro de extinción; quizá sea por eso que ha alcanzado índices tan elevados de popularidad, algo en lo que compite, abiertamente, con las representaciones de Santiago apóstol, Las meninas de Velázquez, Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya e, incluso, El Guernica de Picasso. El famoso bisonte que se escapó de noche, en realidad, ha sido visto por mucha gente, y se confirma que no ha sido la primera vez que ha salido de la cueva, pues lleva mucho tiempo estando suelto y presente en el imaginario de las generaciones que han transitado habitualmente por estos parajes.



* Profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, España.



Inserción en Imágenes: 09.03.11
Imagen de portal: Calco de uno de los bisontes del panel de los bisontes en la Cueva de Altamira. Autor: Émile Cartailhac. Publicado en Cartailhac, E. y H. Breuil, La caverne d'Altamira à Santillane, près Santander (Espagne), 1906.

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