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de archivos

De la perfección de la imagen

Pedro Ángeles Jiménez*
pedroa@servidor.unam.mx

Conocí a Michel Zabé hace ya algunos años, cuando el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint extendió una convocatoria a distintos fotógrafos para charlar acerca de sus experiencias personales, en ese universo que parece tan especializado pero del mayor interés para los historiadores del arte, que es el de la relación del fotógrafo y la obra de arte. De aquel momento recuerdo anécdotas memorables de Gabriel Figueroa o Lourdes Almeida, del brillante quehacer de Javier Hinojosa o Vicente Guijosa, del severo aplomo y personalidad de Rafael Doniz. Recuerdo también una serie de pensamientos sobre las imágenes y las técnicas para obtenerlas, breve pero sustanciosa, comunicada, justamente, por Michel Zabé.
    Como se podrá deducir, tampoco ocurre que ese antecedente, a más de una década de distancia, sea el único cruce de caminos entre el Instituto de Investigaciones Estéticas y Michel Zabé. El retrato de la doctora Teresa Uriarte cuando era directora del Instituto, mismo que se encuentra en la Sala Francisco de la Maza de esta institución, se debe a él, así como también son de su autoría fotografías publicadas en muy diversos proyectos editoriales. Es más, puedo afirmar que he tenido el privilegio de contar con una fotografía de Michel en uno de mis artículos, aquel titulado "Pintura cristiano-indígena de la Nueva España", publicado con motivo de la exposición Arte popular mexicano, cinco siglos que coordinara la doctora Olga Sáenz y que se montó en el Antiguo Colegio de San Ildefonso en 1996.

    Pero esos encuentros, siempre afortunados y aun gozosos, podrán parecer como colaterales frente al gran acontecimiento que ha significado la recepción e inclusión del archivo completo de Michel Zabé en el acervo especializado del Instituto de Investigaciones Estéticas el día 3 de febrero de 2012.
    Para que esto ocurriera existe un lapso que se debe tomar en cuenta y que se inicia en el todavía cercano 2009, cuando Marie Arete Hers, investigadora de nuestro Instituto, al buscar imágenes de las excavaciones del Cajón, Nayarit, tuvo a bien revisar el archivo de Zabé, que para aquel entonces, hasta donde entiendo, recién se había trasladado a la sede donde Michel tiene hoy su centro de trabajo.
    De la buena conversación entre la doctora Hers y Zabé surgió un comentario entre incidental y profundo; el fotógrafo manifestaba que su archivo estaba disponible. Marie Arete vino y me preguntó si valía la pena hacer el esfuerzo de adquirirlo. Lo comentamos con el entonces director del Instituto, doctor Arturo Pascual Soto, quien, al tratar el asunto con el rector José Narro Robles, transformó una posibilidad, la de que el acervo de Michel Zabé pasará a formar parte de los fondos del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, en un camino transitable, completamente tangible y claro.
    Desde luego, no por eso las cosas se dieron de la noche a la mañana. Si por el lado de la Universidad tuvieron que actuar sus sistemas administrativos y de evaluación de adquisición de objetos con valor patrimonial, asimismo sobrevino el cambio en la dirección del Instituto. Con toda fortuna, al plantear el tema, el actual director del Instituto, doctor Renato González Mello, ofreció también todas las facilidades para consolidar el proceso de adquisición del Archivo Zabé.

    Por otra parte, es probable que si bien Michel tenía una idea sobre el trabajo de sus últimos cuarenta años, no sabía con exactitud la cantidad de imágenes fotográficas que su colección poseía. Seguramente se hallaba más ocupado en los proyectos que debía entregar a tiempo y en continuar perfeccionando la técnica en el proceso de transición de la película fotográfica a los sistemas digitales. De esta manera, el periodo que media entre las primeras charlas y la entrega formal de su archivo, dio lugar a la tarea de contar y organizar los materiales, sumando más trabajo al trabajo cotidiano, ese que tiene que ver con algo que en el Instituto de Investigaciones Estéticas sabemos hacer muy bien y que consiste en constantemente organizar e identificar un considerable número de imágenes.
    De ahí resultó que tras un cálculo inicial de 50 0000 objetos, al final fueron poco más de 81 000 fotografías: 26 821 son placas en formato 4x5 pulgadas; 8 133 en 6x6 cm; 30 044 diapositivas en 35 mm; 12 en formatos mayores a 4x5 pulgadas, y aproximadamente 16 000 fotografías Polaroid. Muchas fotos, más de las que nosotros esperábamos, muchas más de las que seguramente él mismo creía acumuladas, constituyen un brillante periodo de actividad, de cientos de horas frente a las maravillas del arte mexicano, de anécdotas interminables, las cuales incluyen situaciones como las de resolver la falta de luz eléctrica y tomar una imagen que el cliente siempre exigirá con la calidad obsesiva que se sabe siempre distingue a Michel Zabé.


    La colección ofrece… y es un gusto expresar este verbo en tiempo presente: Michel Zabé entregó personalmente su archivo al Instituto, consciente de que la adquisición de sus fotografías por parte de la UNAM implica un esfuerzo doble: para la Universidad, destinar los recursos correspondientes; para él, desprenderse de una obra fructífera que, al ser confiada a una institución como la nuestra, cobrará otro sentido: una importante serie de imágenes, al volverse parte del patrimonio universitario, se proyectará tanto al futuro inmediato como al mediato gracias a todo cuanto sé que sabemos hacer por algo que consideramos valioso. Multiplicaremos sus valores porque al transformarse en una colección universitaria, conforme avancemos en todos los procesos que involucra la formación de colecciones –método que integra desde inventarios en el control físico e identificación de obra en el control intelectual, hasta su estabilización en sistemas ambientales controlados–, también se hará accesible, pública y trascenderá generaciones.
    Los encuentros antes descritos, producto de diversas circunstancias, se condensaron en uno solo el pasado 3 de febrero. Fue una ocasión que también considero única pues rara vez ocurre en un trabajo de archivos como el nuestro. La presencia de Michel Zabé en el Instituto en el acto físico de la entrega corrobora que todavía podemos ahondar en el proceso creativo de este fotógrafo, no únicamente a partir de lo que cuentan sus imágenes o los libros donde aparecen publicadas, sino también gracias a sus palabras.
    No sólo el número de imágenes resultó mayor del esperado; también resultó mayor el compromiso que a partir de aquel día se formalizó, en los siguientes términos: la colección debe mantener el impulso vital de su creador, el cual se ha manifestado en sus imágenes y en todos su proyectos editoriales. La transformación de algo que fue privado en algo que será público requiere siempre de renovados esfuerzos.


    Sé que en el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint cada día hay más entusiasmo pero también más recursos técnicos y profesionales para llevar a buen puerto cualquier empresa. Estoy seguro de que Michel también habrá de ayudarnos para conocer cómo se crean esas imágenes prodigiosas: texturas, color, formas llenas del artificio que ha hecho de la fotografía de Zabé un estilo, una fuerza creativa que documenta la imagen pero que siempre ofrece algo más: un finísimo hilo conductor que permite mirar los objetos en el universo de sí mismos; y con la luz que les define en la nitidez de sus contornos, nos entrega los objetos fotografiados más allá de los objetos mismos.
    Hace ya varios años, otro querido amigo del Archivo, Fernando Osorio, me decía que la importancia de un acervo institucional radica en muchísimos factores pero que al principal lo constituye la diversidad de sus colecciones. Hoy, simplemente en lo que se refiere a la numeralia, la colección Zabé es, entre las que poseemos, la tercera en importancia, sólo después de las 460 000 imágenes en 35 mm que conforman nuestra diapositeca, y las 160 000 que constituyen los materiales en blanco y negro del Archivo. Fortalecer nuestras colecciones siempre será motivo de orgullo y una expresión de nuestra arraigada vocación, misma que esperamos se mantenga.
    Un acto como la recepción del acervo de Michel Zabé jamás puede ocultar emociones varias, complejas, inasibles. Entregar la obra de toda una vida es un acto de desprendimiento; recibirla es una responsabilidad. Por estos motivos, no quiero dejar de agradecer a las autoridades universitarias que pusieron su empeño en el logro de este esfuerzo; a mis compañeros que hoy mismo ya muestran todo su entusiasmo en hacer del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, como compete a nuestro Instituto, uno de los mejores de México. A Gerardo Landa, Omar Luis Olguín, Natalia Estrada, María Chimal y Karen Anderson que, antes que nosotros, fueron el equipo en que Michel Zabé confió el orden y la preservación de su acervo. También a María de Lourdes Gallardo por confiar en nuestra Universidad, tanto como a Michel Zabé, a quien, como corresponde, le digo bienvenido y le doy las gracias.



Inserción en Imágenes: 09.03.2012

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