Alberto Dallal
dallal@servidor.unam.mx
Del 8
al 23 de octubre de 2005 se llevará a cabo, en la
ciudad de San Luis Potosí, el XXV Festival Internacional
de Danza Contemporánea "Lila
López". El crítico e investigador de danza Alberto Dallal fue
el encargado de pronunciar las palabras que presentaron el Festival. Aquí las
damos a conocer como una muestra de la importancia que tiene la difusión
de las artes y la organización de festivales dancísticos en México.
Estamos,
señoras y señores, ante un acontecimiento
significativo en la historia de la danza en México:
el Festival Internacional de San Luis cumple veinticinco
años ininterrumpidos de llevar a los escenarios
y a otros espacios de su ciudad-sede pruebas y experiencias
que comprueban que el arte dancístico en este país
se halla extraordinariamente vivo y saludable. Veinticinco
ocasiones en que compañías y grupos han puesto
lo mejor de su parte para ofrecerle a un público
cada vez más apto y fogueado lo mejor de sus trabajos.
Fue el primer festival de danza en el país y año
con año ha reafirmado la vigencia de la danza como
arte inmediato, como trance que no requiere de intermediarios,
toda vez que la primera comunicación de la danza
es, siempre, un suceso físico entre cuerpos humanos.
Un Festival es sobre todo una prueba de lucidez que sus
artistas, primero, y sus organizadores, después,
dedican a los habitantes de una ciudad. Tratándose
de esta XXV edición de un Festival que contempla
la presentación de aquellos diversos aspectos, compañías
y obras de danza contemporánea que se hallen vigentes
y que resulten sorprendentes en el conjunto de las artes
del espectáculo actual, se han erigido tres niveles
o requerimientos fundamentales de selección: profesionalidad,
calidad y montaje propositivo.
El
primer aspecto se refiere al seguro reconocimiento de la
profesionalidad de cada grupo o compañía:
la garantía de que sus integrantes, artistas y técnicos,
sean especialistas, dominadores de sus estilos, imágenes,
argumentos y producción. De que se hayan fogueado
en presentaciones anteriores para garantizarle, tanto al
público especializado como al más amplio
público de San Luis Potosí, la certeza de
sus logros, de sus obras, de su espectáculo.
La
calidad de cada presentación y de cada ofrecimiento
se ha discutido, sopesado, revisado por un grupo de expertos
en la materia, el Consejo y los organizadores del Festival.
No se ha buscado -y encontrado- exclusivamente la calidad
artística ni sólo la vigencia de los estilos
y las modalidades que en la actualidad definen lo que hoy
se denomina genéricamente danza contemporánea ;
se ha puesto énfasis en la buena factura y la pulcritud
que otorga la experiencia probada en el dominio técnico,
tanto de los integrantes de los grupos y compañías,
como de sus directivos y organizadores. Se ha comprobado
la calidad de los efectos alcanzados en otras latitudes.
La amplia y operativa red de comunicación que existe
hoy en el mundo y en México en lo que se refiere
al tránsito e intercambio de espectáculos
profesionales, ha permitido salvaguardar este rubro que,
para las nuevas perspectivas del Festival de Danza Contemporánea
de San Luis, adquiere un lugar preponderante en lo que
respecta a sus consideraciones y comprobaciones. De igual
manera, se han analizado con atención crítica
los éxitos y el prestigio adquiridos y logrados
por las compañías y grupos mexicanos.
Paralelamente
se convirtió en objetivo fundamental que, asegurando
los dos niveles anteriores, se abrieran, para el público
de San Luis Potosí, espectáculos que han
permanecido alejados de los escenarios de la ciudad, modalidades
y compañías, artistas y creadores que carecen
de, por lo menos, el más elemental arraigo en un
público que sí se encuentra entusiasmadamente
ligado a las artes plásticas y del espectáculo,
a la música y a otras formas culturales que desde
hace mucho tiempo han florecido en el alma y la mentalidad
potosinas. Así, el Festival incorpora por primera
vez una gala de danza clásica que, dentro de los
cánones de contemporaneidad de sus coreografías
y montajes, promueve asimismo obras propias del repertorio
habitual del ballet e interpretaciones de nuevos bailarines,
debidamente actualizados. Estos bailarines han acudido
a variadas técnicas para alcanzar su formación
y capacitación profesionales e incursionan hábil,
cómodamente en coreografías de corte contemporáneo.
Así, en los variados escenarios del Festival se
podrán juzgar y, en su caso, apreciar, las combinaciones
más novedosas y recientes del teatro y la danza, las
incorporaciones de la temática social, los cauces
de la liberación de género , etcétera.
Siempre con la meta de cubrir, ampliar y hasta multiplicar
las posibilidades de interpretación, de juicio,
de razonamiento a partir de las exigencias culturales de
los potosinos.
Se
ha llegado a la conclusion de que todo Festival es también
una invitación para que los visitantes más
cercanos y más remotos gocen y aprovechen los espectáculos
del acontecimiento. En la preparación del programa
general también se ha atendido este hecho. Con toda
seguridad, cada nueva programación, bien organizada
y realizada, crea inclinación, crea gusto, crea
costumbre. La capital potosina posee una estructura urbana
llena de las más bellas y variadas, brillantes,
cómodas y acogedoras instalaciones: avenidas, parques,
edificios, monumentos, hoteles, teatros, paseos, restaurantes,
galerías. Si todas ellas pueden funcionar garantizando
el bienestar de los pobladores de la "patria chica",
entonces resultan "compartibles" con todos los
mexicanos y con ese nuevo público extranjero que,
acudiendo al Festival, habrá de promover y justificar
los esfuerzos, la concentración y la organización
que se han desplegado para el florecimiento del XXV Festival
Internacional de Danza Contemporánea de San Luis
Potosí.
Pero
un Festival es asimismo una fiesta, una celebración.
El término danza contemporánea permite
establecer un puente gozoso que se tiende entre el tiempo,
el espacio y el movimiento: los tres, tal y como fueron
concebidos y producidos en el pasado y como ineludiblemente
han sido transformados por las nuevas generaciones de artistas.
En este sentido, el XXV Festival de San Luis pretende destapar
una espaciosa Caja de Pandora que, no sólo dejará volar
por los aires novedosas formas uncidas a muy antiguas actitudes;
también hará explotar algunas cargas vistosas
y sorpresivas. Habrá sentido del humor esparcido
por cuerpos que se unen y desunen en zonas invisibles,
diminutos auras con polvos que se meten por los ojos, fantasmas,
nuevas persecuciones formales en torno a la muerte y el
amor, sensaciones y estructuras coreográficas que
se regodean de nueva cuenta ante la luz blanca, la ruina
de los siglos o la nada total. Y es que la danza es eso:
esparcimiento de delgadísimos retazos de tiempo
ante los cuales ciertos magos del movimiento son contemplados...
y nos contemplan. Nueva narrativa visual: cuerpos en tránsito,
riego y recogimiento de flores aparentemente sencillas
pero inasibles; imperceptibles movimientos de ojos, bocas,
dedos que hacen danza terca, suavemente sin levantar los
pies de la Tierra. Oportunidad para deslizarse por la música
con bríos renovados, creando formas unísonas
que nos remiten al pasado, cuando los edificios sonoros
comandaban, señalaban a los cuerpos sus trayectorias
en el escenario. Habrá bailarines que organizarán
batallas y persecuciones en varios escenarios, plantearán
nuevas preguntas silenciosas o vibrantes, diseñarán
nuevas lecturas de ese libro abierto que constituye hoy
la danza contemporánea. Ese, precisamente ese, resulta
el sentido del Festival: nuevas, plurales, destacadas,
a veces desquiciadas páginas de inusitados relatos
a punto de volverse célebres. Ampliación
de la memoria dancística y visual.
Todo
Festival es una concentración de ofrecimientos. Éste,
el número veinticinco en el largo proceso de cubrir
las miras y los gustos dancísticos de los potosinos,
ha sido preparado para incorporar muestras que coincidan
con todo aquello que en el mundo ha ensanchado y profundizado
el concepto
danza contemporánea : espectáculos
que, sin alejarse de la debida y exigida profesionalización,
promuevan la nueva cultura del cuerpo y de la imagen, del
movimiento y de los temas que disertan, desarrollan, se solazan
y también hieren al espectador actual. Se trata precisamente
de atraer a esos espectadores mexicanos nobles y a la vez
exigentes que han
hecho y contemplado
arte desde
hace varios siglos. Para ellos, sin duda, existe la danza.
Ininterrumpidamente.